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382 GERMÁN ZAMORA y transformaciones de modelos preexistentes » ? 52 • En tomo a ese qwc10 de la cuestión siguen girando las opiniones de los estudiosos, confirmando unos, con nuevos argumentos, la posición de H. Thode, rechazándola otros, o buscándose soluciones intermedias. Si no para las grandes construcciones eclesiales de fines del siglo XIII, sí ciertamente para las mucho más modestas de su primera mitad y para Italia, debe mantenerse, en opinión de A. M.ª Romanini, la dependencia entrevista por Thode. En la persona y biografía de Francisco se hermanaron la condición de un espíritu creador y la condicionante de sus contactos iniciales con el monacato cisterciense. Si se consideran, como prehistoria de la arquitectura franciscana, sus restauraciones de iglesias en torno a Asís y la erección de la capilla de los Angeles en el monte Alverna, en todas esas obras se perciben « constantes cistercienses» (se trata de capillitas con el ábside no integrado y con cubierta longitudinal a bóveda de cañón apuntada). Thode pensaba que semejante tipo de bóveda, usual en Francia, no fuera todavía conocido en Italia. Hoy se sabe por el contrario, que tal forma de cubierta y otros muchos usos fijos, propios de la reforma de san Bernardo, habían sido difundidos ya a toda Europa por sus monjes, no siendo, por lo mismo, difícil su conocimiento por Francisco en aquella época de su vida. Entre aquellos usos, se cuentan las casas de instrucción, la capilla de las granjas y la figura del «converso», o religioso lego de menor categoría que el monje: sólo así es explicable la sorprendente semejanza entre las iglesuelas por él restauradas y las aludidas capillas cistercienses. Lo cual es extendible a la forma posterior más corriente de iglesia mendicante, la « Hallenkirche » a tres naves de igual altura sobre pilastras (la llamada por algunos «iglesia-henil», afín a las «salas-pajar» de las granjas mencionadas). Mas si esto es válido para los treinta años primeros de la nueva orden, después la propia experiencia y la finalidad pastoral de sus templos les indujeron a tratar con plena libertad las formas heredadas 53 • Contra esa u otra « teoría de los modelos », afirma R. Bonelli que el proceso formativo de la arquitectura mendicante no dependió de com– ponentes externas, fuera cual fuera el modo de asimilarlas, sino de la autónoma capacidad creadora de quienes realizaron la superación de las premisas dadas. En favor de ese punto de vista, aun no verificado por entero, promete mucho la historiografía analítica de archivos y monumen– tos, que está obligando a retrasar en casi medio siglo muchas fechas de fundación, por corresponder, en realidad, a la de transformación del edificio primitivo, de dimensiones muy modestas, en las grandes iglesias llegadas a nuestro tiempo. De confirmarse tal hipótesis, no podría sostenerse la de que la arquitectura mendicante propiamente dicha sea la síntesis de la s2 Renato Bonelli, Francesco d'Assisi. Chiese e conventi. Introduzione, en Cat. III, 7-12, en particular la página 10. 53 Angiola Maria Romanini, Die Arclzitektur der ersten franziskanischen Niederlassungen, en Cat. IV, 404-411.
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