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368 GERMÁN ZAMORA Además de esa «visita» a las fuentes acostumbradas, brindan los catálogos la novedad de un filón poco explotado en las colecciones de aquéllas: el de los documentos emanados de cancillerías, curias y notariatos. Si las primeras iluminan el fenómeno franciscano preferentemente en el plano de la vida, las segundas contribuyen a encuadrarlo en su existencia como institución. Sus relaciones con la Iglesia, universal o local, con los poderes civiles, y con los simples ciudadanos y otras entidades religiosas, quedaron inscritas en bulas, cartas selladas, certificados notariales, pro– cesos de canonización, testamentos, títulos de donadón, etc. Nota típica de esa documentación es la oficialidad. Sus piezas fueron rubricadas por una « mano pública». Y, aunque su peso inmediato fuera de índole jurídica, se transparentan en ellos también no pocos hilos de la trama de la vida social, e incluso privada, de las órdenes franciscanas. « I docu• menti mostrano dal vivo l'insediamento sociale dei frati minori e clarisse, il costituirsi come punti d'intersezione di una rete di relazioni ». El recelo inicial de los Menores frente a este tipo de documentación evolucionó, desde el rechazo (« Nolo aliud instrumentum »), a la franca acogida y búsqueda de su respaldo. Si el valor primordial de la misma era entonces el de títulos de legitimidad, el de entonces y, sobre todo, el de hoy es el no menos apreciable de «memoria,, 1s. A su conservación se proveía mediante los archivos generales, provin– ciales o locales. El dicho monacal de « claustrum sine armario est quasi castrum sine armamentario » fue pronto asimilado por los mendicantes. Por tocio ello se merecían los problemas de la formadón, mantenimiento y paradero de los archivos, hasta las infelices expropiaciones del siglo XIX, el estudio que, por fin, han comenzado a encontrar en Italia 19 • A los archivos se asocian connaturalmente, como fuente de saber, las bibliotecas. Si aquéllos acompañaron a las órdenes mendicantes como exigencia de su institucionalización, éstas eran requeridas por su condición clerical ministerial. No podían, por tanto, pasar desapercibidas las de los franciscanos en el VIII centenario, pese a la discutida actitud de su fundador sobre las letras. Entre las bibliotecas medievales umbras destacó fichas analíticas que en este catálogo siguen al estudio citado, pp. 49-52, mencionamos sólo las acompañadas de ilustración (lo haremos también en casos similares): Vita prima sancti Francisci, de Celano (Foligno, Biblioteca Comunale, cód. 1340, siglo XIII); Sacrum com– mercium b. Francisci cum domina Paupertate (Asís, Biblioteca di Chiesa Nuova, cód. 2, siglos XIII-XIV); Anonimo perugino (Roma, Archivio Genera/e dei Conventuali, cód. C 38, principios del siglo XIX); Speculum perfectionis (Florencia, Convento di Ognissanti, cód. sin signatura, siglos XIV-XV); Bartholomaeus de Pisa, De conformitate vitae b. Franciscí ad vitam Domini Iesu (Asís, Biblioteca di Santa ,\:!aria degli Angeli, cód. sin signatura, comienzos del siglo XV); cf. también Cat. II, 116-118, en especial el n. 22: « II codice piú antico degli scritti di san Francesco » (Asís, Biblioteca Comunale, cód. 338). 18 Attilio Bartoli Langeli, Premessa a la sección Documenti e Archivi, en Cat. II, 7s; Alessandro Pratesi, Nolo aliud instrumentum, ib. 11s; Gli ordini francescani come istituzioni ecclesiastiche, ib. 13-35; Girolamo Arnaldi, Francescani e societá urbana: la mediazione della « fides » notarile, ib. 36-66 (se analizan numerosos documentos, que ilustran y forman la parte medular de ambos estudios). 19 [G. Arnaldi], Gli archivi: documenti come tito/o, docum~nti come. memoria, ib. 67-85.

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