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Hermanos menores "Porque era humildísimo, Francisco demostra– ba gran mansedumbre con todos y sabía acomo– darse muy fácilmente a todos, aunque tuvieran los caracteres más diversos. Era el más santo entre los santos y entre los pecadores parecía hacerse como uno de ellos" (1 Cel 83). "Como verdadero menor, no vacilaba en pedir a la gente sencilla hasta los más mínimos con– sejos, él que había recibido del Supremo Maes– tro grandes revelaciones" (LM XII 2). "Ama a los que te causen disgusto; no de– sees de ellos más de lo que el Señor te conce– derá; ámales tal como son, sin desear para tu solo provecho, que sean mejores" (Carta a cier– to Ministro, 4). "El rostro de· Francisco irradiaba alegría y be– nignidad" (1 Cel 83). El misionero iracundo, dominador, exigente, que se presenta como dueño de la Misión, debe sentirse sin más excluido de la escuela de· san Francisco, intérprete fiel del Evangelio, sin qu~ valgan excusas de ninguna clase. Se trata aqu1 de ser o no ser verdadero hermano menor entre cualquier clase de gente. "La Iglesia no puede aceptar la violencia .. . como camino de la liberación, porque sabe que la violencia engendra inexorablemente nuevas formas de opresión y de esclavitud" (Evangelii nuntiandi, 37). El misionero, como jefe civil o policía, que tiene derecho a encarcelar a los indígenas o a nombrar autoridades en una comunidad indíge– na, es una verdadera caricatura ridícula de mi– sionero a la luz de las enseñanzas de san Fran– cisco. iY por obtener algunas ventajas materia– les de los Gobiernos se ha llegado hasta esto! iY hay quienes aún están empeñados en man– tener estas formas institucionales de misión! ¿Qué diría y qué haría ante esto san Francisco? Como peregrinos y extranjeros "En todas sus andanzas Francisco se veía asistido por el Espíritu del Señor, cuya unción y mandato había recibido" (LM XII 7). ARTICULOS "Francisco, cual valiente caballero de Cristo, discurría .por ciudades y pueblos. Sin valerse de la elocuencia conmovedora de la humana sabi– duría, sino de la doctrina y gracia del Espíritu Santo, anunciaba el reino de Dios" (1 Cel 36). "Afirmaba .con convicción que, ante cualquier otra cosa, el religioso debe pedir la gracia de la oración, persuadido de que sin ella, no se puede hacer nada bueno en el servicio del Se– ñor; por todos los medios animaba a sus herma– nos a dedicarse a ella de todo corazón" (L:M X 1). En la Evangelii nuntiandi, escribe Paulo VI: "No habrá nunca evangelización posible sin la acción del Espíritu Santo... Las técnicas de evangeli– zación son buenas; pero ni las más perfeccio– nadas podrían reemplazar la acción discreta del Espíritu Santo. . . Nosotros vivimos en la Iglesia un momento privilegiado del Espíritu . . . Se hace asamblea en torno a El. . . Puede decirse que el Espíritu Santo es el agente principal de la evan– gelización ... Pastores y teólogos y, añadiríamos también, los fieles marcados con el sello del Es– píritu en el bautismo, estudien profundamente la naturaleza y la forma de acción del Espíritu Santo en la evangelización de hoy día" (n . 75). El mismo Paulo VI añade: "El mundo exige y espera de nosotros sencillez de vida, espíritu de oración, caridad para todos, especialmente para los pequeños y los pobres, obediencia y humil– dad, desapego de sí mismo y renuncia. Sin esta marca de santidad, nuestra palabra difícilmente abrirá brecha en el corazón de los hombres de este tiempo . Corre el riesgo de hacerse vana e infecunda" (lbidem, 76). El misionero franciscano ha de vivir siempre como peregrino y forastero, dispuesto, como Je– sucristo, como san Pablo, como san Francisco, a visitar a todos, recorriendo ciudades y pueblos, rancherías y viviendas, mostrando a todos su amor y llevando como mensajero la alegre No– ticia del Evangelio. Nada temía tanto san Fran– cisco como la instalación de sus "hermanos me– nores". El haber desechado los ejemplos de san Francisco ha traído a los misioneros francisca– nos a una forma de vida y a unas instituciones, que el santo Pobrecillo de Asís miraría con amar– gura y con desprecio, como lo hizo ya en su vida en más de una ocasión. En estas notas, tomadas casi al azar, hemos querido presentar la imagen de san Francisco misionero tal como nos lo presenta la historia. Resulta sorprendente su figura también hoy. Vestido al estilo de los pobres de su tiempo, 103

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