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San Francisco, misionero de ayer y de hoy Fr. Adolfo Santos de Villamañán, ofm cap.* "Leíase cierto día en aquella iglesia (Por– ciúncula) el Evangelio que ,relata la mane·ra cómo el Señor envió a sus discípulos a predicar ... , al oír nuestro santo que los servidores de Cristo no debían poseer oro, ni plata, ni dinero, ni llevar en sus viajes alforja, ni saco, ni provisión, ni bastón en que apoyarse, ni usar calzado, ni dos vestidos, y que debían predicar la penitencia y el reino de Dios, al punto, como movido por el espí– ritu del Señor, exclamó: Esto es lo que yo quería, esto es lo que yo buscaba, y esto con todo mi corazón deseo cumplir" (1 Gel 22). "Yo, hermano Francisco, pequeñuelo, quiero seguir la vida y pobreza del Altísimo nuestro Señor Jesucristo y de su Madre santísima y perseverar en ella hasta el fin" (última voluntad a Clara). "La Regla contenía esta frase: que sean pe• queños. Un día que se leía la Regla, Francisco la interrumpió, diciendo: Quiero que nuestra frater– nidad se llame Orden de Hermanos Menores" (1 Gel 38). En estas tres citas se contiene la esencia del modo de vida y del método que ha de seguir el misionero de todos los tiempos, según el ideal de san Francisco, que él realizó plenamente en su vida: vida de pobreza entre los pobres, a ejem– plo de Cristo, y de fraternidad en el servicio, ocupando el último lugar de hecho y de derecho. Este ideal de san Francisco es un grito muy actual en contra del dominio, de la aparente rl• queza, de la superioridad y del paternalismo, que tipifica la acción mal llamada apostólica de mu– chos misioneros, amarrados aún al carro del co– lonialismo, del capitalismo y de su etnocentrismo cultural. Construir la verdadera Iglesia "Para san Francisco, la pobreza era la primera piedra de la Orden, el fundamento de todo este edificio, que permanecerá firme, mientras ella siga siendo sólida, y que si alguna vez ella desa- 0 El P. Santos es especializado en S. Escritura, Teología, Antropologfa Aplicada y Misionologfa en el Instituto Bíblico y Universidad .Gregoriana de Roma, en la Universidad de Salaman- pareciera, quedaría enteramente destruido" (LM Vil, 2). "Francisco, como cristiano verdadero, veía en todos los pobres la imagen de Cristo; por lo que, al primero que se le presentaba, no sólo le daba las limosnas que había recibido ..., sino que lla– maba a esto hacer una restitución (LM VIII, 5). "Los hermanos deben gozarse cuando tratan con gente· vulgar y ruin, con los pobres, con los desvalidos, con los enfermos, con los leprosos y con los mendigos de la calle" (1 Regla IX). "Las casas, las celdas y la iglesia deben ser, por su pobreza, una predicación y una fuente de edificación" (Legenda antiqua 16). Con relación a las construcciones misionales, escribe Walter Bühlmann, capuchino: "¡Maestro, mira qué piedras y qué edificios!" Pero Jesús reacciona de manera diversa de como se hubiera esperado, y dice: "No quedará aquí piedra sobre piedra; todo será destruido ...". Visitando las es– taciones de las misiones se podría estar tentado de reaccionar a veces como Jesús. Los misione– ros, las monjas, los obispos, muestran con orgullo sus construcciones, escuelas, hospitales, iglesias, seminarios, casas madres, que todavía están en vías de realización o están ya terminadas; llevan al visitante por todos los corredores y por todas las habitaciones, hasta que, al fin, se nos invita a sentarnos para un té o para charlar un poco ... Hasta hace poco eran miradas con orgullo. Hoy, en cambio, ni siquiera ellas pueden sustraerse al destino de ser discutidas ... Aquellas cons– trucciones confirieron a toda la empresa misio– nera el carácter de una Iglesia poderosa" (W. Bühlmann, La tercera Iglesia a las puertas, Ed. Paulinas, 1976, pp. 411 ss.). Prosigue el mismo autor: "En ciertos territo– rios la misión dispone de edificios más grandes, de jeep y de camiones más numerosos de los que dispone el Gobierno. Esto provoca rencillas. En los años de la postguerra no pocos auxiliares laicos fueron a aquellos países a prestar ayuda a ca, y en el servicio de 21 años de misionero con los indígenas "Yukpa" y "Bar(" de la Sierra de Perijá (Venezuela). 101

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