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No está de más observar que estos comporta– mientos se dieron cuando los frailes, habiendo abandonado la primitiva forma de vida, estaban ya instalados en las estructuras estabilizadoras de las casas y conventos en el interior de las ciuda– des. Durante los primeros años, el trabajo ocasional o habitual, así como la convivencia y la oración, constituía un contrapeso estabilizador dentro de la itinerancia y estabilidad de vida. Es obvio que el ejercicio de la predicación y el de pedir limosna serían los principales factores que condicionaron una itinerancia exagerada. Se trataba de dos opciones, incluso minoritarias y condicionadas, que polarizarían la primitiva pluri– formidad de vida y actividad de los hermanos du– rante el proceso de evolución y desarrollo de la Orden. 2. La fraternidad Nada más manido entre .fos franciscanos que la llamada "fraternidad". Y con razón, por cuanto la fraternidad es la modalidad franciscana de la vida común. Pero la fraternidad tenía, y debería tener, im– pli,caciones sociológicas que configuran nuestro género de vida. Lo que no siempre ha sucedido. Al reducir la "fraternidad" a sus inevitables connotaciones afectivas y sentimentales, se ha h~_cho un~ caricatura de l_a fraternidad. Esta acep– c1on sentimental y afectiva de la fraternidad es solamente un prejuicio romántico 2 s. La fraternidad, tanto en el Evangelio, como en el código franciscano, es, ante todo, un sistema de relaciones mutuas que se basa en la igualdad. Una igualdad que proviene del hecho de que nin– guno en la tierra se puede llamar "maestro", "pa– dre" o "preceptor" (= jefe); porque uno solo lo es: Dios (Mt 23, 8-10). De ahí que Mateo con– cluya con este epifonema: "El mayor entre voso– tros sea vuestro servidor" (Mt 23, 11). Así lo entendió san Francisco y así quedó expli– citado en la Regla primera en los capítulos que configuran este régimen de- fraternidad: "Ningu– no tenga poder y señorío, máxime entre sí ... : sirvan y obedezcan los unos a los otros, porque (28) El romanticismo franciscano, que se inicia con Federico Ozanam, pusó de relieve innegables categorías espirituales de sap _ Francisco, ~I Cántico de las Creaturas, sobre todo, pudo haber influido más que otra cosa en la versión romántica de la fraternidad. _San Francisco llama hermanos al sol, la luna Y las, e_strellas, _al viento y al agua, al fuego y a :la ·tierra. Incluso a la muerte. Pero, -,1 titulo de · Jrate.. o sora tienen ARTICULOS ésta es la verdadera obediencia de nuestro Señor Jesucristo" (1 Regla 5) . Y más adelante: "Y nin– guno se llame PRIOR; mas generalmente todos se llamen hermanos o frailes menores" (1 Regla 6). Incluso la Regla bulada, que suprime estos desconcertantes capítulos, llega a decir: "Porque así debe ser, que los ministros sean siervos de todos los frailes" (2 Regla 10). De ahí que la fraternidad apenas si puede pen– sarse sin la "minoridad", que es, en definitiva, lo diferencial del carisma franciscano. El término "hermano" tiene que referirse nece– sariamente al "igual" en derechos y en obliga– ciones. El sentimiento de simpatía y afecto no será sino uno de estos derechos y obligaciones. Pero, en manera alguna, podrá agotar todos los presupuestos y exigencias de la fraternidad. Cuando Jesús proclama el mandamiento del amor, que llamamos fraterno, no dice que nos amenos "como se aman los hermanos": "Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros" (Jn 13, 34) . Y san Francisco tampoco propone el amor que han de tenerse los frail-es, como el amor que se tienen los hermanos. Este amor se tipifica en el amor de la madre : "Y cada uno cuide y ame a su hermano, como la madre cuida y ama a su hijo" (1 Regla 9). Lo mismo que, en una formulación rnás retórica, se dirá en la Regla bulada: "Porque si la madre ama y cuida a su hijo carnal, ¿cuánto, con mayor diligencia, debe cada uno amar y cui– dar a su hermano espiritual?" (2 Regl,a 6). San Francisco, pues, está muy lejos de Identi– ficar la fraternidad con un sentimiento de afecto universal. Esta fue una versión -romántica que tuvo fortuna, pero que, en esto como en otros aspec– tos de la personalidad del santo, desfiguró noto– riamente la categoría integral de la fraternidad 29 • 3. La minoridad La minoridad, elemento diferenciador del ca– risma franciscano, está en función de l,a fraterni– dad. La fraternidad no tiene sentido sin aquélla. La minoridad, ante todo, es una categoría espi- sobre ·todo connotaciones de . respeto y cortesía. Lo que se evi– dencia · en los elementos femeninos del poema, a los que alv– diría con este título reverencial: "nuestra señora madre tierra", e.te. El eprteto &ora primariamente significa "señora". (29) Otra versión romántica exagerada es ·la de "juglar a lo , divino'·'., que haría de . la Orden franciscana una Orden de juglares. 79

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