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que hacen de la fraternidad un sentimiento de afecto , simpatía o amor; y de la minoridad, una íntima actitud de humildad y de servicio en el mejor de los casos 8 • Est as categorías evangélicas, por serlo, son comunes a todos los institut os religiosos. Los nuevos códigos no han conseguido tal vez alcan– zar los coeficientes o niveles de la diferencia– ción carismática . Acaso, porque no se ha tras– cendido la interiorización de las mismas, sin lle– gar a crear o sugerir formas concretas de vida que las realicen en nuestro tiempo. ·En esta ocasión, me propongo solamente hacer una reflexión en profundidad sobre uno de los elementos nucleares de la primera experiencia de vida franciscana: la vida en común de los hermanos . Es decir, la manera :peculiar de pen– sar y vivir la vida comunitaria. Y lo haremos, na– turalmente, con una perspect iva histórica, desde la plataforma dialéctica de la primera literatura franciscana. Nos situaremos en el kilómetro cero de las sanas tradiciones para adentramos en el hontanar de la utopía franciscana, que sigue sien– do un reto para la Iglesia 9 • l. PRESUPUESTOS Y EXIGENCIAS DE LA COMUNIDAD 1. Código semántico de la comunidad Para evitar confusiones de léxico, no será su– perfluo una breve digresión filológica sobr.e el término " comunidad", que ha podido interpretar– se muchas veces de manera equívoca. Es incuestionable la referencia a la llamada koinonía neotestamentaria. Con el lo no salimos de una simple tautología. La ra íz europea kom hace referencia a un con– junto o grupo para vivir o actuar junto con otros. Para bien o para mal. No deja de ser significati– vo que el término "contrario" sea de la misma fam ilia. Tal vez oon ello se ponen de manifiesto las connotaciones de agresividad y de oposición del grupo espontáneo o natural , frecuentemente (8) Cfr. CC. GG., OFM Cap. En el cap. primero que es, de alguna manera, una declaración de principios, la fraternidad que– da tipificada en "el afecto de fraternidad universal " de san Francisco y normalizada en estas exhortaciones: "sintámonos hermanos de todos ·los hombres, sin discriminación y promova– mos entre ellos el amor hacia esa misma fraternidad ( ... ) . Fomentemos siempre mutuamente este sentido de fraternidad med iante la oración y actividad comunes y la abnegación pro• pia" (Cap. 1, 9-1O) . La minoridad se reduce a que " nos llamamos menores no solo para que nos consideremos sinceramente deudores de ellos, sin osar convertirnos en mayores, sino también para que ARTICULOS a la defensiva . Lo que explicaría, dicho sea .ele páso,· la escalada competitiva de algunas comu– nidades religiosas o políticas. Sin embargo, el interés etimológico del térmi– no viene dado por el segundo elemento ·sérnico que está vincul ado con el indoeuropeo MEI, que sugiere una ·idea de intercambio, de carga, o de función . De ah í, el latino MUNIS, que significa propiamente el que lleva su carga o cumple si.J cometido . Este segundo elemento enriquece el contenido del término " comunidad", que significaría: grupo de personas que se unen para realizar juntos una tarea. Y aún más, para ayudarse a llevar mutuamente las cargas . Lo que· nos acerca a la norma paulina de la caridad: "Llevad cada uno las cargas de los otros" (Gál 6, 2) . Con ello quedaría relegada la connotación ne– gativa de renuncia y de mortifi.cación que confi– guró en otro tiempo la vida comun itaria, y que se expresó en la frase: Vita communis, mortifi– catio maxima, recuperándose el gozo exultante del salmo : " ¡Oh, qué bueno, qué dulce habitar los hermanos todos juntos" (Sal 133, 1). Los coeficientes de cohesión del grupo darán , a su vez , los difer entes tipos de vida comunita– ria, así como las finalidades del grupo. La comunidad o vida común •indica ya que el grupo se ha constituido para vivir ante todo. Es la llamada convivencia. Con frecuencia , la vida comunitaria se identi– fica con la vida en común , que no es lo mismo que vida común o comunidad. Se puede vivir en común sin constitui r una auténtica comunidad. La vida en común o comun itaria se apoya, sobre todo, en el hecho físico y concreto de los actos comunes; la vida común o comunidad, tiene con– notaciones cual itativas más que cuantitativas : se apoya , sobre todo, en categorías espirituales y sicológicas. Para resaltar este aspecto, los franciscanos sustituimos el t érmino "comunidad " por el de tratemos de ofrecer nuestro trabajo a la Iglesia y a la ·so– ciedad humana". Por ·lo tanto, "consagrémonos al servicio de todos, principalmente de los que sufren penuria y tribulación". Es una opción "vivir nuestra vida fraterna entre los pobres" (Ibídem, 11). (9) Este punto de partida estaría representado por la obra y doctrina del seráfico doctor san Buenaventura. La Mamada " utopía franciscana" , sería el género de vida de la primera promoción franciscana, entrevisto por las Reglas y el Testa– mento y confirmado p or algunos escritos, más o menos polé• micos, como la Vida Segunda, de Celano y el Espejo de Per– fección. 75

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