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La "vida nueva" en la primera experiencia franciscana Fr. Manuel Castellar, ofm cap.* "La vida de las sociedades es– tables y organizadas a fondo es tan compleja, que resulta difícil de– terminar cuál de los muchos ele– mentos que contienen son real– mente vitales para su existencia". (LINTON). INTRODUCCION El Concilio Vaticano II propuso a todos los institutos religiosos el "retorno constante a las fuentes de toda vida cristiana y a la primigenia inspiración de los institutos" 1 • En uno de los principios generales para la ade– cuada renovación, se explicitaría, además: "Re– conózcanse y manténganse firmemente el espíri– tu y propósitos propios de los fundadores, así como las sanas tradiciones, todo lo cual consti– tuye el patrimonio de ·cada instituto" 2 • Para nosotros, los franciscanos, esto resulta– ría casi una misión imposible. No es un secreto que la primigenia inspiración de la nueva Orden fue notoriamente modificada a los pocos años de la primera experiencia de vida franciscana. Cabría, incluso, la duda de si las llamadas "sa• nas tradiciones" estuvieron siempre en la línea del espíritu y propósito de san Francisco de Asís. Podría sospecharse que el esfuerzo dialéctico, realizado por •los teólogos y juristas más cons– picuos de la Orden, en el transcurso de más 'de siete siglos, se ha dirigido a persuadirnos y con– vencernos de· que la inspiración originaria de san Francisco y la primera experiencia de vida fran– ciscana, en manera alguna, representan o signi– fican la misión, espiritual e histórica, encomen– dada por Dios a este movimiento religioso que llamamos "franciscanismo". Casi ha podido pen– sarse en un franciscanismo sin san Francisco. 0 El P. Castellar es un estudioso del franciscanismo; colabo– rador de nuestra Revista y miembro de la Viceprovincia Capuch;na de Bogotá, Colombia. (1) PC 2. Las transformaciones operadas en el modo de sentir, de pensar y de comportarse, de la peque– ña fraternidad de penitencia, cohesionada en tor– no a Francisco, han sido interpretadas como un carisma institucional, diferente y no siempre com– patible, con el carisma personal del santo. La primera experiencia de vida, realizada por Fran– cisco y sus compañeros, sería apenas una oca– sión o pretexto para la aparición de una fla– mante Orden religiosa: la Orden de los Herma– nos Menores. Naturalmente, la literatura oficial y más cali– ficada de la Orden ha tratado en todo momento de evidenciar la continuidad espiritual de estas transformaciones con el espíritu y propósito propios del Fundador. Pero, sin adelantar prejuicios o conclusiones, parece incuesionable que la intuición carismáti– ca de san Francisco fue repensada y traducida en "clave constantiniana", a los pocos años de su muerte. El mismo san Buenaventura no se recata en afirmar: "Confieso que he preferido la vida de san Francisco a las otras, porque se asemeja a los comienzos y desarrollo de la Igle– sia. Esta empezó con sencillos pescadores, y pro– gresó hasta tener los más sabios y experimen– tados doctores. Igual cosa verás en la Orden de san Francisco. Con ello nos da Dios a entender que no está fundada por la prudencia humana, sino por Jesucristo" 3 • Un autor moderno, que no es franciscano, pero que se ha ocupado de los temas franciscanos, ha podido escribir al respecto: "Dios se sirve inspirar a los santos fundadores un croquis o es– bozo general de la obra que han de llevar a cabo, pero deja no raras veces la completa puntuali– zación de la misma a las causas segundas, a los sucesos y experiencias de la vida, mediante los cuales va adquiriendo la fundación cierto progre– sivo desarrollo". Y concluye: "Es una equivoca– ción el establecer o considerar el primer perío- (2) PC 2b. (3) SAN BU,ENAVENTURA, Epístola de tribus quaeationlbua, en Opera Omnia (Quaracchi), VIII, p. 336. 73

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