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ARTICULOS diremos brevemente a 'ciertos puntos o cuestio– nes disputadas. Y lo haremos sobre un texto de fácil consulta: el llamado ESPEJO DE PERFEC– CION 61 . No entramos en la polémica histórico-literaria de la ,data de su publicación o de su autor. No sabemos si este libro escaparía a la disposición iconoclasta del Capítulo General que mandó la destrucción de todos los escritos sobre san Francisco en favor de las leyendas bonaventu– rianas. Tal vez fue posterior 62 • Es obvio que el magisterio oficial de la Or– den, entonces y ahora, tratara de demeritarlo, in– cluso con argumentos histórico-literarios, por cuanto esta desenfadada literatura cuestiona dra– máticamente el sesgo evolutivo de la Orden. Máxime, cuando de dar credibilidad al texto, in– cluso la misma Regla bulada podría quedar se– riamente comprometida 63 • Pero esto es una cuestión marginal. Por el mo– mento, nos interesa poner de manifiesto el es– fuerzo del autor por clarificar el pensamiento de san Francisco, en lo referente a la pobreza que, al parecer, había quedado malparada por aquel entonces. Y esto por causa de la instancia cleri– cal, representada en los libros, los estudios y la ciencia; y por la querencia monástica, significada en los edificios de estructura monacal. Según el autor, san Francisco "quería que tu– vieran pocos libros y éstos en común"; que las habitaciones fueran pobres, "más bien de ma– dera que de piedra y que estuviesen construi– das en estilo sencillo" (Sp 5). Y, tal vez por no ser así: "obligó a todos los frailes que abando– nasen una casa, porque se decía que era suya" (Sp 6), y "quiso destruir una casa que el pueblo de Asís había construido junto a Santa María de la Porciúncula" (Sp 7). Y así, antes, "reprendió a su Vicario porque ordenó que se hiciese un departamento especial con el solo fin de rezar el oficio" (Sp 8). Se deja constancia de la "oposición que hicie– ron al bienaventurado Francisco algunos frailes, especialmente prelados y hombres de ciencia, en el asunto del modo de edificar los conventos" (Sp 11). Una y otra vez se reitera la presunción de que (61) EL ESPEJO DE PERFECCION fue publicado por P. Sa– batiero en 1898. Supuestamente, se atribufa a fray Le6n. la feche dada por Sabatier, 1227, ha sido adelantada casi cien años. Se ha escogido este texto por la facilidad de consulta y confrontación. (62) Esta desconcertante disposición fue dada por el Capftu– lo General de Parfs, en 1226. 84 la ciencia y los estudios habían apartado a la Orden de su primitiva sencillez de vida. Se ha– cen decir a san Francisco, frases como éstas: "No consiste todo en los libros y la ciencia, sino también en la práctica de las obras virtuo– sas"; "son tantos los que por propia voluntad procuran adquirir la ciencia, que pueden llamar– se bienaventurados los que por amor de Dios se hacen ignorantes" (Sp 4). En lo referente al número de frailes, apuntan que el santo "deseaba que en los conventos no hubiese frailes en número excesivo, pues le pa– recía muy difícil que pudiera guardarse perfec– tamente la pobreza, habiendo gran muchedum– bre" (Sp 1O). A pesar de esto, no objetaban "un terreno bas– tante para edificar, tener huerta y demás depen– dencias necesarias" (Sp 1O). El tratamiento de la pobreza como obligado recurso a la mendicación es menos rico en anéc– dotas. El autor dice que "el i;¡anto juzgaba ser un hurto pedir limosnas o usar de ellas sin verda– dera necesidad": "Nunca fui ladrón de limosnas, adquiriéndolas o usando de ellas sin necesidad; antes al contrario, siempre recibí menos de lo preciso para que no aconteciera que otros po– bres se viesen privados del necesario socorro: pues obrar de otra manera lo juzgo como un hurto" (Sp 12). Por lo mismo, "no quería que sus religiosos fuesen demasiado solícitos en proveerse para el día de mañana". Y se recuerda que "acostum– braban los frailes en varios lugares no pedir ni recibir más limosnas que las indispensables para el socorro de las necesidades del día. Hacían esto sobre todo en las ciudades" (Sp 19). Menos frecuentes son todavía las referencias a la pobreza como necesidad del trabajo para subsistir. Apenas si se alude a un fraile de Rivo– torto "que apenas se dedicaba a la oración ni al trabajo y se resistía a ir en busca de limosna, pero en cambio comía bien". El santo le habría increpado así: "Anda a tu casa, fray Mosca, pues quieres alimentarte a costa de tus hermanos ( ... ) como zángano de colmena que no trabaja ni gana y, con todo, pretende sustentarse con la laboriosidad y ganancias de las abejas obreras'' (Sp 24). (63) El primer capftulo del libro se titula: "Cómo san Francisco contestó a los Ministros que no querían obligarse a observar la Regla que habfa escrito". Y hace esta notable denuncia: "De esta Regla, fueron suprimidos por los Minis• tras muchos párrafos, contra la voluntad del santo Funda, dor" (Sp 1).
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