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manos, configurando un régimen de fraternidad en minoridad. La Regla bulada dispersará este núcleo caris– mático, distribuyéndolo en varios capítulos, co– dificándolo nuevamente en el capítulo X 53 • En su lugar se .dará prioridad al tema de la po– breza, pero con la manipulación ideológica de la que ya hemos hecho referencia. Lo que daría oportunidad para la evolución posterior en este sentido. No es, pues, de extrañar que, en esta línea, el tema de la renuncia sea fundamental en la con– cepción bonaventuriana de la pobreza 54 • Naturalmente, la renuncia está vinculada con la caridad, lo que hace de la pobreza "raíz y prin– cipio de toda perfección" 55 • A la renuncia sigue· la mendicación que se practica "para imitar a Cristo o para evangelizar a Cristo, o para ambas cosas" 56 . Cristo y los apóstoles vivían de limosnas; luego, los que imi– tan la vida apostólica de Cristo pueden y deben vivir de limosnas. Al respecto se advierte, en este y en otros lu– gares, la limitación que se hace de la vida de Cristo y del mismo Evangelio: se trata de imitar solamente la vida activa o pública de Cristo. Y tampoco en todos sus aspectos, sino en aque– llos que están referidos a una supuesta opción de vida perfecta. Así argumentará el santo a los doctores parisienses que, en ocasiones, invocarán determinados actos de la vida de Cristo, que no imitan o siguen los religiosos. Lo que interesa subrayar a este propósito es la simplificación que se ha hecho de la vida reli– giosa identificándola con la "vida apostólica". Por lo mismo, los argumentos en favor de la limosna serán variantes dialécticas del privilegio levítico en la formulación paulina: "El Señor ha mandado que los que anuncian el Evangelio, vi– van del Evangelio" (1 Cor 9, 14) . Y no sólo cuando se está anunciando el Evan– gelio, sino también cuando uno e incluso una comunidad está en función del anuncio del Evan– gelio. Por eso, concluye que "mendigar por Cristo es cosa laudable y perfecta" 57 • La trabajosa argumentación del Seráfico Doc– tor se hace todavía más, a la hora de incluir den– tro del mismo privilegio, a los que se dedican (53) 2 Regla 10: "De la amonestación y corrección de los frailes". (54) SAN BUENAVENTURA, Cuestiones disputadas sobre la perfección evangélica, en Obras de san Buenaventura, BAC, tomo VI ( 1949), pp. 55 ss. (55) IBIDEM, p. 57. ARTICULO$ al ocio de la contemplación. Desde luego, sin necesidad de recurrir al trabajo para la propia subsistencia. Es decisivo, a su entender, el argumento evan– gélico del elogio que hace Jesús de la actividad supuestamente contemplativa de María, frente a la actividad ajetreada de Marta. iRazona así: "Me– jor hacía María dedicándose a la contemplación, que Marta a la ocupación corporal; mas no obra– ría mejor si se dejara aquello a que estaba obli– gada; luego, dedicándose a la contemplación que– daba exenta de la obra corporal" 58 • Y no es menos ingenioso el argumento de ra– zón: "El miembro que tiene oficio más digno no está obligado al oficio de un miembro menos digno; luego, si los más dignos son los que tie– nen gracia de contemplación, no están obligados al oficio o al ejercicio de la acción u obra ma– nual" 59 • Al enfrentarse con el pasaje de la Regla que se refiere al trabajo, hace este peregrino co– mentario: "Hase de decir que en la Regla del bienaventurado Francisco algunas cosas se dicen como precepto, algunas otras como consejo, al– gunas como instrucción ( ... ). Mas lo que dice del trabajo no lo dice como precepto (. ..), sino como instrucción. Pues enseña quiénes deben trabajar y cómo; porque han de trabajar los que tienen gracia para ello, esto es, suficiente fuer– za, habilidad en el arte y oportunidad de lugar y tiempo". Naturalmente, los clérigos quedan exen– tos. No así "los legos y los que no son aptos para las cosas espirituales, no los que están ocu– pados en las cosas necesarias a los frailes o los que están elevados al ocio continuo de la con– templación". Y concluye: "Así, pues, es claro que no todos los pobres sanos, aunque no tengan cura de almas, están obligados al trabajo ma– nual" 60 • Hoy nos resultaría difícil aceptar estos plan– teamientos que eran un desesperado esfuerzo dialéctico para legitimar una dudosa situación. VI. EL CONTRAPUNTO DIALECTICO DE LOS "ESPIRITUALES" No es del caso hacer una reseña de la litera– tura contestaria de extracción "celante" o espi– ritual. Pero, para que sirva de contraste dialéc– tico a esta literatura "oficial" de la Orden, alu- (56) IBIDEM, p. 95, (57) lBIDEM, p. 91. (58) 181DEM, p. 165. (59) IBIDEM, p. 168. (60) IBIDEM, p. 193. 83

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