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y social. La paz es fruto del amor y de la jus– ticia. San Francisco dice en el Testamento que el Señor le reveló el saludo de la paz. El fue evan– gelizador y portador de la paz; a veces con pa– labras y actitudes fuertes . Siempre como her· mano. Frente al espíritu de cruzada y de dominio, Francisco ha optado por el diálogo con el sul– tán y por la actitud de servicio: "súbditos y su– jetos a todos por amor" (Carta a todos los fíe– les). No se propuso como meta una reforma so· cial; pero sus opciones evangélicas tuvieron una enorme resonancia social. El seglar franciscano puege, y a veces debe, empeñarse en la promoción de cambios profun– dos en la sociedad; pero se caracterizará siem– pre por un empeño en vivir sus opciones a la luz y con el espíritu del Evangelio. Es consciente de que la paz debe ser edifica– da día a día sobre fundamentos de justicia y de mutuo respeto; busca el diálogo y los caminos que conducen al encuentro y a la unidad de es– fuerzos por el bien común; cree en la fuerz;i única del amor. Y esto tanto en la vida de la familia, cuanto en la vida de la fraternidad local o de las relaciones internacionales. En el campo propiamente técnico los segla– res franciscanos deben empeñarse, con este es– píritu, en el uso de los medios que estén a su alcance, como ciudadano de este mundo. Hay circunstancias especialmente difíciles, p. e., cuando un cristiano debe colaborar con los programas económicos o culturales de un poder abusivo por el bien de una nación. Es preciso que siga el dictamen de su conciencia; el diá– logo en fraternidad debe ayudarle a formarse una conciencia clara. En este campo, y dando testimonio de amor a la justicia, el Asistente espiritual debe ser especialmente respetuoso con los derechos y deberes de cada uno según su vocación y pro– fesión (padres de familia, profesores, políti– cos ...). El respeto a la autonomía del seglar hace bien tanto al Asistente como al seglar. La reflexión evangélica en fraternidad sobre estos temas puede realizarse, en parte, de un TOF modo sistemático -estudio de la doctrina de la Iglesia-, pero ante todo debe ser una reflexión evangélica, siguiendo la march~ de la vida y de los acontecimientos. Cuando se deben tratar problemas que exigen una preparación técnica se debe aceptar la co– laboración de quien sea competente, aunque no sea franciscano . El objeto no es el de buscar con su colaboración soluciones técnicas, que no es el campo propio de nuestra fraternidad, sino ayudar a que la reflexión en fraternidad no sea siempre tan a nivel de principios que no se llegue a iluminar la realidad viva (proble– mas familiares, de educación . . . intervención en la vida pública). 7. Al Servicio del Reino "Aunque hay que distinguir cuidadosamente progreso temporal y crecimiento del Reino de Cristo, sin embargo - el primero en cuanto con– tribuya a ordenar mejor la sociedad humana, és de gran importancia para el Reino de Dios .. . Todos los bienes de la dignidad humana ... to– dos los frutos excelentes de la naturaleza y de nuestro esfuerzo, después de haberlos propa– gado por la tierra en el Espíritu del Señor- . .. volveremos a encontrarlos limpios de toda man– cha . . . cuando Cristo entregue al Padre el Reino ..." (G. S. 39). "Vocati, una cum omnibus hominibus bonae voluntatis, ad mundum aedificandum magis fra– ternum et evangelicum, ut Regnum Dei ad affec• tum adducatur . . ." (Regla 14). El servicio al Reino de Dios no se reduce pa– ra los terciarios a lo dicho en esta relación. Hay un campo mucho más amplio desde el anuncio de la Buena Nueva hasta la reparatio Ecclesiae. Aquí nos hemos limitado a presentar algunos puntos de reflexión en esta perspectiva de la edificación del Reino de Dios, que es ple– nitud para el hombre hijo de Dios. Desde esta perspectiva brotan una luz y una fuerza nuevas para cultivar la propia persona– lidad e interesarse en la promoción de tantos valores humanos y una medida nueva para cul– tivarlos, de modo que sean signo y manifesta– ción de la liberación y de la salvación operadas por Cristo. 249