BCCCAP00000000000000000001615

188 BERNARDINO DE ARMELLADA exterior contra los mendicantes; situación interna de la Orden; incremento y diversidad de la producción literaria sobre san Francisco. Era preciso presentar de modo adecuado la imagen de San Francisco y defender su ideal ante la cris– tiandad, tratar de conciliar las dos corrientes diferenciadas en la interpretación del ideal primitivo - espirituales y frailes de la comunidad - y "compilar una buena Leyenda" de todas las que circulaban. Esta fue la petición del capítulo general de Roma (1257), referida seguramente a una Legenda ad usum chori. Fue el capítulo general de Narbona (1260) el que encargó a Buenaventura no sólo una Leyenda litúrgica, sino una biografía completa y definitiva, que presentó tres años después en el capítulo de Pisa (1263). La aceptación fue tan unánime que el capítulo de París (1266) declaró la Legenda como único texto oficial, definitivo y exclusivo, ordenando la destrucción de todas las biografías anteriores: deci– sión difícil de entender desde nuestra mentalidad amante de la pluriformidad, pero que no sería tan extraña en la época medieval, más preocupada por elimi– nar motivos de divisiones y altercados. U. no se rasga las vestiduras y continúa serenamente su presentación de la obra bonaventuriana comparándola primero con las obras anteriores, cuyo material reelabora dentro de un esquema nuevo y dándole "un colorido personal, propio de su talante teológico y místico" (240). Por otra parte, Buenaventura añade datos y observaciones personales, que ha– cen de su obra una fuente necesaria para la historia, aunque no pretenda hacer historia en sentido estricto. Especial atención han merecido por parte de los historiadores las omisiones de hechos, que revelarían una intencionalidad, con– dicionada por las circunstancias históricas del momento. Tampoco aquí U. se rasga las vestiduras y ve en Buenaventura, como ministro general de la Orden, una intención "apologética y pedagógica al mismo tiempo, en cuanto propone un Francisco capaz de atenuar las sospechas que caían desde el exterior sobre la Orden por él fundada, y una figura modelo, vínculo de unidad dentro de la misma Orden" (250). Esto último no lo pudo asegurar para el futuro, ya que la "dulcificación" de expresiones duras de algunas fuentes y la omisión de ciertos episodios serían causa de críticas de parte de los ''Espirituales". A finales del siglo XIX surge la polémica sobre la fidelidad de Buenaven– tura a la figura auténtica de Francisco. Las opiniones son extremas y U., pru– dentemente, reconoce que hay razones por ambos lados; pero que no puede leerse la LegM "sólo desde el punto de vista histórico" (256). Buenaventura, como superior general de la Orden y como fraile menor, teólogo y místico, "no se contenta con narrar la historia de Francisco, sino que la interpreta en fun-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz