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S. BUENAVENTURA FILÓSOFO 431 Al incluir un lazo particular con Francisco de Asís, se la puede decir franci– scana. Y en cuanto implica un cierto compromiso, o más bien una cierta integración de la teología de San Buenaventura, de su concepción de la persona de San Francisco y de la vocación de la Orden Franciscana en el Iglesia, la llamaríamos la sabiduría bonaventuriana (261s). 3. Pues bien, mi preocupación actual es descubrir hasta qué punto Béru– bé, como filósofo e historiador de la filosofía, contribuye a aclarar la cuestión sobre el papel que S. Buenaventura reconoce a la actuación natural del enten– dimiento humano, es decir a la filosofía. Que no es tarea fácil se demuestra por los condicionamientos históricos concretos en que se movió la mente del Seráfico Doctor y los supuestos doctrinales que la configuraban: la in– fluencia negativa del pecado original y la superación cognoscitiva de la natu– raleza por parte de la revelación sobrenatural. De ahí las apreciaciones dispares de los intérpretes de San Buenaventura sobre la calidad de su pensamiento desde el punto de vista filosófico: desde la negación en él de toda idea de filosofía como distinta de la teología, hasta descubrir en él una filosofía como ciencia puramente racional, pasando por el intermedio híbrido de calificar su pensamiento como "filosofía cristiana" 3 • Para Bérubé es claro que hablar de una filosofía de S. Buenaventura no significa que su pensamiento pueda circunscribirse encf;!rrándolo en los límites de un sistema filosófico, entendido éste como mero resultado de la razón natural. Lo repite en diversos lugares: "Es ilegítimo juzgar la doctrina de S. Buenaventura como si fuera una filosofía" (286). No es cuestión de "interpretar el pensamiento bonaventuriano como una filosofía, aunque se la califique de cristiana... puesto que este pensamiento es simplemente la teología cristiana bonaventuriana" 4. 3 Para quien desee bibliografía al respecto, Bérubé, después de citar autores como Gil– son, Madariaga, Bougerol, Brady, Veuthey, etc. (p. 11 y ss.) remite al excelente estudio de A. Forest - F. van Steenberghen - M. de Gandillac, Il movimento dottrinale nei secoli IX-XIV, Torino 1965, 323s. (p. 18, n. 29). E. Gilson cambiaría de perspectiva después de muchos años de haber escrito su obra La philosophie de saint Bonaventure, París 1924, reconociendo que "ni Buenaventura ni Tomás habrían aceptado llamar 'filosoña' a la obra a que consagraron su vida". (Cit. en p. 286 y en C. Bérubé, Symbolisme, image et coincidence des contraires chez sain Bonaven– ture, en CF 50 [1980] 235-251). La "filosofía cristiana" de Agustín que Buenaventura usa en De S. Patre nostro Francisco: Sermo II (Opera Omnia, 9, 598b-599a) es ajena a nuestro contexto. 4 Camille Bérubé, La réduction des sciences a la theologie selon Roger Bacon et saint Bonaventure, en San Bonaventura maestro di vita francescana e di sapienza cristiana. Atti del Congresso Intemazionale per il VII centenario di san Bonaventura da Bagnoregio, Roma 19-26 settembre 1974. Roma, Pontificia Facolta Teologica "San Bonaventura", III, 1976, 19.
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