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S. BUENAVENTURA FILÓSOFO 449 gios de dialéctica que los comentadores del Itinerario han realizado para justificar o explicar esta opción de S. Buenaventura (193) 11 • Y así llegamos a una conclusión parcial de Bérnbé: 'Considerando la madurez intelectual y doctrinal que se verifica desde la redacción del "Comentario sobre las Sentencias" a la del 'Itinerario", se compren– de cómo la teología agustiniana de la imagen de Dios se ha cambiado poco a poco en una filosofía de Dios, objeto primero de la inteligencia humana" (200). 14. En el estudio titulado "Nombres de Dios y presencia de Gui– bert de Tournai, Anselmo y Dionisia en San Buenaventura" advierte Bérnbé que frente a argumentos de rutina escolar y al lado del innatismo agustiniano y de la dialéctica anselmiana, y más allá del Pseudo-Dionisia y de Aristóteles, existe un S. Buenaventura que no se reduce a ninguno de sus inspiradores. Para descubrirlo propone una especie de duda metódica o contempla– ción sin prejuicios de los signos de evolución en el pensamiento bonaven– turíano, condicionado por el tiempo y la característica de sus obras (207). Sin lugar para reproducir todo el estudio de Bérnbé, ahora nos basta el resumen de sus resultados. Nos hace ver que el pensamiento de S. Buenaventura es una reali– dad viviente que tiene una historia y manifiesta una evolución desde una concepción especulativa de la teología dicha anselmiana a una con– cepción espiritual y escriturística llamada dionisiana; y también el paso de una teología del hombre, imagen de Dios, a una filosofía de Dios, objeto de la inteligencia. Ya en I Sentencias llama la atención sobre la asociación de un con– cepto anselmiano de Dios como ser supremo con un método de conoci– miento totalmente a posteriori (los filósofos a partir de lo sensible; los teólogos a partir del alma como imagen de Dios). No se encuentra nin– gún recurso al apriorismo anselmiano o al innatismo agustiniano. Esto aparece con la cuestión de la verdad del ser divino en sí mismo y 11 Esta interpretación del Itinerarium como "una filosofía del objeto de la inteligen– cia" la confronta Bérubé con otras opiniones ligeramente discordantes (v.gr . Gílson y Ger– ken) sobre la percepción del Ser divino. Para él se trata, según S. Buenaventura, de un conocimiento "confuso", en que el esfuerzo de la reflexión serviría para identificarlo, más que para descubrir su presencia (197s).

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