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138 ALEJANDRO DE VILLALMONTE singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano". Es claro, arguyen algunos mariólo– gos, que, si ningún. ser humano contrae el pecado original, el proclamar - en forma tan solemne y triunfal - que María no lo contrajo ''por singular gracia y privilegio", puede resultar una frase resonante, pero huei::a de conte– nido. Por eso, negar que exista una ley universal de incursión en el pecado original, importaría un vaciamiento del dogma de la Inmaculada, privarle de un elemento que se juzga consustancial. Se trataría, en realidad, de una inde– seada, pero inevitable negación del dogma mismo mariano 3 • En otras ocasiones hemos tratado con detención este tema 4 • Y no ve– mos cómo la negación del pecado original en los demás hombres lleve peligro colateral ninguno para aquello que, de verdad, constituye el "privilegio" de María. Ahora interesa señalar que, nuestro razonamiento para lograr un mejor esclarecimiento del dogma de la Inmaculada - precisamente desde la nega– ción del universal pecadc:, original - se basa en los mismos principios teológi– cos, usados per Escoto para declarar a María limpia del pecado original. Concretando: nosotros estudiábamos el dogma de la Inmaculada en cuanto sustentado·- a nivel de razonamiento teológico - en la cristología, soteriolo– gía y caritología del Doctor Sutil. Desde esta alta perspectiva cristocéntrica y caritocéntrica, desde el misterio de Cristo y de la gracia, se percibe bien que la negación del pecado original en cualquier hombre, lejos de oscurecer o vaciar de contenido la realidad específica de la concepción santa de María, éste aparece mejor enraizado en el misterio del Redentor y en el misterio de María, y con una proyección de ambos más directa y fuerte sobre el miste– rio del hombre, agraciado por Cristo y María ya en el primer instante de su entrada en la existencia. En col}.exión con esta convicción, referida al dogma mariano, ya por aquellos años 1972-1974-1978-1985, surgía en nosotros "la sospecha" de que, los mismos principios de cristología, soteriología y caritología subyacen- 3 Destacan en esta línea los trabajos de E. O'Connor, Modem Theories on original Sin and the Immaculate Conception, en Marian Studies 20 (1969) 112-136; J.M. Alonso, Vanneste y su teoría del pecado original, en Salmanticensis 17 (1970) 396-405; id., ¿Demitologización del dogma de la Inmaculada Concepción de Maria?, en Ephem. Mario/ogicae 23 (1973) 95-120. Con variantes, en conformidad con su peculiar teoría sobre el pecado original, A. Vanneste, Le dogme de /'Immaculée Conception et /'évolution actue/le de la théo/ogie du péché origine/, en Ephem. Mar. 23 (1973) 77-93. Extremando posturas tradicionales J.M. Cascante, El dogma del pecado original en las interpretaciones sobre el pecado original, en Est. Mar. 42 (1978) 11-146. 4 Ver Alejandro de Villalmonte, La teología del pecado original y el dogma de la Inmaculada, en Sa/mant. 22 (1975) 25-58. Prolongando este estudio, cf. id., Qué celebramos en la fiesta de la Inmaculada, en Ephem. Mar. 35 (1985) 311-340; D. Fernández, La crisis de la teología del pecado original¿ afecta al dogma de la Inmaculada Concepción?, en Ephem. Mar. 35 (1985) 277-297.

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