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152 ALEJANDRO DE VILLALMONTE redentora, en virtud de la cual no tiene justificación el afirmar que todo hombre entra en la existencia desasistido del Redentor, "bajo el poder del pecado, bajo la ira de Dios, esclavo de satanás", según frases repetidas durante siglos por los maculistas tradicionales. 4. Una cautela metodológica Dejando de lado otros "contras" que pudieran ponerse a nuestra con– clusión y al razonamiento en que la basamos, indicamos una dificultad ' de tipo metodológico-hermenéutico. Se refiere a la identidad escotiana y escotista de nuestras reflexiones. Claro que tal dificultad no las invalidaría en absoluto, porque lo decisivo no es estar con Platón, sino con la verdad. En todo caso respondemos: a) la afirmación de que todo hombre inocente, grato-ya para Dios en orden a la vida eterna, en modo alguno es de Escoto. Sería anacronismo demasiado abultado imponérsela al Doctor Sutil; b) si al escotismo le consideramos como una magnitud teológico-cultural específica que pervive durante siglos, incidiríamos en parejo anacronismo y error histórico si pretendiésemos llamar escotista a la conclusión aquí sustentada; c) pero estamos razonadamente seguros: los textos de Escoto y los principios teológicos subyacentes a su defensa de la Inmaculada, justifican el llegar a hablar de una exención universalizada del pecado original en la especie humana. Y esto siempre que se tomen ciertas cautelas metodológicas: 1) que sobre los textos de Escoto se haga una relectura dinámica, evolucionada, procesual, en perspectiva de futuro; 2) que tal relectura se realice desde el horizonte conoscitivo teológico-cultural, desde la circunstancia vital toda entera en la que hoy se encuentra el teólogo que quiera reflexionar sobre la teología de la Inmaculada, del pecado original y sus relaciones mutuas. Duns Escoto, desde la situación histórico-teológica en que se encontra– ba, proponía este audaz razonamiento: dado que no existen "autoridades" ni "razones" que persuadan positivamente lo contrario, profundizando en la excelencia de la acción redentora de Cristo, es legítimo afirmar que María no contrajo el pecado original. El teólogo actual, desde el contexto y problemática teológico-cultural que lo enmarca y sitúa, puede decir - en forma paralela y proporcional (sin homologación matemática) - también legítimamente: dado que no existen "autoridades" ni "razones" que per– suadan positivamente de lo contrario, profundizando en la excelencia de

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