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150 ALEJANDRO DE VILLALMONTE Hoy se repite mucho la feliz expresión del Vaticano II, "el misterio del hombre solo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado" (GS , 22). Por argumento de analogía y proporcionalidad, a nivel más bajo, pero 1 inmediato al misterio de Cristo, cabe decir: el misterio de María nos ayuda a esclarecer el misterio del hombre. Queriendo explicar este miste– rio, la teología se ha interesado durante siglos por determinar la situación teologal del hombre recién llegado a la existencia. Por desgracia, se equivo– có pertinazmente en sus averiguaciones y recaló en la pesimista semimani– quea teoría del pecado original. La reflexión sobre el misterio de la Inmaculada nos impulsa a corregir aquella desafortunada, negra visión del hombre recién nacido. Porque la intervención del Redentor a favor de María en su concepción, no tiene carácter de ser algo meramente puntual, singular/exclusivo y como anecdótico en la historia de la salvación. Se revela aquí el procedimiento universal por el que Dios administra su gracia a todos los seres humanos. Se descubre la economía general de la gracia, actuando en forma excelentísima en María, pero no en forma exclusiva y en absoluto irrepetible. Cuando el 8 de diciembre de 1854 se proclamó solemnemente que María, elegida por Dios "en el mismo y único decreto con Cristo" fue llena de gracia, inmune de pecado al entrar en la vida, se abrió el camino franco para que, a partir de este acontecimiento ocurrido en la Virgen, los cristianos llegasen, vivencia! y reflexivamente, a esta gozosa nueva noti– cia: todo hombre entra en la existencia inocente, agraciado con la amistad de Dios, por los méritos del Redentor, con y en María Inmaculada. El misterio de la Inmaculada ilumina este momento tan importante del hom– bre que llega a la vida. 3. El dogma de la Inmaculada destruye la teoría del pecado original Los manuales de teología neoescolástica son constantes en afirmar: al definirse que María, "por singular gracia y privilegio" fue inmune del pecado original, la- enseñanza sobre el universal pecado original habría salido reforzada. Las palabras definitorias implicarían - condefiniéndola - la ley general de la incursión en el pecado original. y para cada uno de sus miembros. La Inmaculada Concepción es un privilegio no aristocrático;· sino popular y, en alguna manera, participable". S. De Fiores, Teología de la Inmaculada Concepción, en Ephem. Mar. 35 (1985) 299-310. A pesar de esta palabra el autor no abandona del todo la antigua visión hamartiocéntrica del misterio de la Inmaculada.

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