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ESCOTO, LA INMACULADA Y EL PECADO ORIGINAL 147 L. Situación actual de la teología del pecado original Existe, en mi opinión, notable similitud de situación entre la teología le la Inmaculada, tal como la tomó en sus manos. Duns Escoto, y la :eología del pecado original, tal como es cultivada últimamente. Existía :ntonces la enseñ.anza trádicional/conservadora, la "opinión común": María :ontrajo el pecado original. Pero emergía entonces a primer plano ~ impul- 1ada por una religiosidad y teología renovadoras - la "piadosa opinión": \iaría fue concebida limpia del pecado. En nuestros días, y en referencia u pecado original de todo hombre, coexisten opuestas, paralelas, analógicas >piniones. La "opinión común", tradicional/conservadora: todo hombre es :oncebido en pecado. Pero, bajo el impulso de nueva religiosidad, de nueva :ultura y mentalidad teológica, sube a primer plano la "piadosa opinión" le que ningún hombre nace en pecado original. Dentro de este paralelismo subrayamos la similitud de situación episte– nológica. Vale decir: la argumentación que hoy se aduce para seguir mante- 1iendo la "opinión común" y la que exhiben los propugnadores de nuevos :aminos, son similares y homologables a las que ·se aducían en la edad nedia en referencia a la exención-no exención de María. Los "maculistas" le ahora aflojan el peso de las "autoridades" y de las "razones" que ;e venían aduciendo durante siglos. Por fortuna, aceptan ya la concentra– :ión cristológica de toda la discusión: hay que mantener la doctrina tradicio- 1al porque así lo exige el dogma básico de la universal, absoluta, radical 1ecesidad que el hombre tiene del Redentor. Del otro lado de la controver– ;ia se asegura: hay que dejar caer la "opinión común" y decir que ningún 1ombre nace en pecado, porque la excelencia de Redentor - entendida :n profundidad, en un amplio contexto de otras verdades de .la fe - ejos de exigir el preexistente pecado original, podría demostrarse incompa– :ible con dicha creencia. Parece que hay consenso en decir que se podrían 1ducir diversas "autoridades" y otras "razones"; pero todas ellas, en reali– :lad, tanto valen cuanto puedan apoyarse en esta argumentación cristológica– ;oteriológica. La teoría del pecado original cae o se mantiene según la interpre– 'ación que se dé al dogma de la redención de Cristo. Una lectura infralapsa– :ia, hamartiocéntrica de la acción salvadora de Cristo y de la economía fe su gracia, verá normal y necesario seguir manteniendo la tesis del peca– fo original. Dentro de una lectura cristológica, supralapsaria, unitaria, ple- 1amente centrada en Cristo, la afirmación del pecado original no encuentra !spacio y hasta sería distorsionante. Después de siglos, siquiera sea en 1uevo entorno teológico-cultural, nos encontramos con una discusión entre "maculistas" e 'inmaculistas". Pero ahora, no ya referida a la persona

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