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ESCOTO, LA INMACULADA Y EL PECADO ORIGINAL 145 Puesta ya en esta indispensable vertiente antropológica de la acc1on :le Jesús, la Salvación-(Sotería) que El trae al hombre tiene al contenido positivo que la propia palabra indica: dar salud/vida. Otorgar al hombre d ser de hijo y compartícipe de la vida de Dios. Luego, en la medida ::n que la vida divina participada es incompatible con la presencia del pecado, se sigue connaturalmente que la gracia otorgada es tambien "pre– ;ervadora" del pecado incurrible, o del pecado incurrido. La virtualidad ~aritológica prima sobre la virtualidad hamartiológica, incluso cuando am– bos estén presentes. Toda referencia al pecado es subsiguiente y derivada respecto a la acción elevante, promocionadora del hombre al ser sobrenatural. Desde esta perspectiva se ve claro, una vez más, que no tenían razón los maculistas cuando decían: Cristo no perdona a María el pecado incurri– :lo (personal-original), luego no es su Redentor. La acción del Hijo es al máximo redentora porque eleva, promociona, constitµye a María en ::1 ser sobrenatural desde el primer instante de la existencia. Correlativa a esta visión, primordialmente elevante y deificante, de la acción redentora de Cristo, encontramos una caritología en que la gra– cia/caridad es valorada, ante todo, desde su efecto creador y elevante. Por lo que se refiere a nuestro tema, interesa subrayar cuál es la razón radical de por qué el hombre necesita de Cristo y de su gracia. La respues– ta inmediata es: el hombre necesita del Redentor dada la absoluta impoten– cia soteriológica en que se encuentra. Pero, ¿ donde radica esta impotencia? Desde luego, si alguien está en situación de pecado se encuentra en absolu– ta impotencia para llegar a la Salvación. Pero, incluso aunque no haya Uegado a cometer pecado, está-ya de antes dentro de esa imposibilidad óntica-radical de hacer nada conducente para la vida eterna. En efecto, por su puro y mero ser natural/creatural el hombre tiene im– posibilidad absoluta de conseguir el fin sobrenatural al que ha sido llamado. Para salvarle de esa impotencia óntica, constitutiva, para eso necesita de la gracia del Salvador. Luego, puede venir y viene el pecado y crea en el pecador otro nuevo título de impotencia soteriológica. Pero es algo que sobreviene, que sobreañade y que no tiene universalidad absoluta. María y los niños no tienen esta adveniente impotencia y, sin embargo, están "necesitados" de la gtacia de Cristo. Esta era una idea ya clara y segura en el siglo XIII, en teólogos como S. B_uenaventura y Sto. Tomás 1 6 • Duns Escoto fundamenta 16 Valga el testimonio de Sto. Tomás: Adán antes de pecar "indigebat gratia ad vitam aeternam consequendam, quae est principalis necessitas gratiae. Sed homo post peccatum, super hoc, indiget gratia etiam ad peccati remissionem et infirmitatis sustentationem": Sum., I, q. 95, a. 4, ad lm.
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