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72 ENRIQUE RIVERA El pensador cristiano pudiera suscribir esta profunda e iluminada en– señanza con una condición: la de identificar el Sein heideggeriano con Dios. Pero a esta identificación Heidegger se niega rotundamente. Juzga que el Dios de la gran metafísica de Occidente y de la tradición judeo– cristiana ha llegado a ser identificado con el ens commune, objeto de la metafísica. Cierto es que Heidegger se equivoca, al idenficar el Dio personal cristiano con el ens commune, objeto de la metafísica. Pero no ha tenido reparo alguno en aprovecharse de la terminología de la mística cristiana al hacer sus reflexiones sobre la abertura del Dasein al Sein. Hasta dar la impresión de querer ser una secularización de la misma. Al margen de las intenciones que pudiera haber, es lo cierto que el pensador cristiano, por derecho de reciprocidad, puede y debe aprove– charse de la genial intuición de Heidegger al afirmar éste que todo lenguaje auténtico comienza por ser respuesta. Y que esta respuesta tiene lugar cuan– do el hombre está a la escucha di Dios y tranmite lo que de El ha recibido. En este momento surge de modo ineludible esta pregunta: ¿cuándo el hombre se halla en verdad a la escucha de Dios? Heidegger piensa que esto acaece primariamente en la comunión viva del poeta con el Ser. Ve al poeta como un zwischen, entre dioses y hombres. Retorna a la concepción de Platón, quien, en su diálogo Ion, muestra a los vates reci– biendo su inspiración de un numen sacro, para que trasmitan el contenido de esta inspiración celeste a los hombres. En una perspectiva bíblica se hace patente que la inspiración del numen, descrita por Platón y repetida a su manera por Heidegger, tiene plena realización en los profetas. Una reflexión elemental sobre el profetis– mo bíblico pone en evidencia que el profeta es· el receptor de un mensaje divino para ser trasmitido a los hombres. Ahora bien: si el profeta recoge el mensaje divino es porque ha estado a la escucha de Dios. Nadie mejor que el profeta realiza lo que tan insistentemente pide Heidegger al Dasein: constituirse en vigía y pastor del ser: der Wiichter, der Hirt des Seins 6 • Un paso ulterior en esta reflexión hace ver que la comunión viva con Dios es la fuente primera de esa sabiduría milenaria que profetas y poetas han trasmitido a los hombres en las más venerandas culturas anti– guas. De un modo o de otro los libros sapienciales de estas culturas 6 M. Heidegger, Brief über den Humanismus, en Wegmarken, Frankfurt a. M. 1967, 145-149.
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