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TRES ESTILOS DE HACER FILOSOFÍA Y TEOLOGÍA 83 El segundo tema acota preferentemente una porción de esta realidad del hombre total. Son sus vivencias íntimas, sus experiencias más profun– das. Esta preferencia está en clara oposición a la tendencia sociológica de la calle. Pero hoy los mejores espíritus están convencidos de que, si la humanidad no quiere hundirse en el anonimato homogéneo, tiene que · promover y defender al maximum las vivencias personales. El mismo porve– nir de la religión, en alza para egregios pensadores contra muchos que la creen desfasada, se funda en la urgente necesidad de dar un contenido transcendente a esas vivencias íntimas que son lo mejor que cada cual posee. Ante este gran tema, H. Bergson, amedrentado porque nuestra civili– zación ha agrandado inmensamente su técnica y su organización, escribe en tono amonestador: "Ajoutons que le corps agrandi attend un supplé– ment d'ame, et que la mécanique exigerait une mystique" 23 • Ahora bien; sólo por un celoso cultivo de las grandes vivencias íntimas podrá obtenerse el necesario "supplément d'ame". La franciscana, en seguimiento de san Buenaventura, puede y debe ser una. de estas grandes vivencias. El tercer tema tiene que abordar el. método o procedimiento cognosciti– vo de la nueva sapientia. En la actuación de este método parece necesario eliminar el contraste fastidioso que se advierte a lo largo de la historia del pensamiento entre la intuición y el concepto. ¿No ha sonado la hora de aunar estos dos procesos mentales en una comunidad de acción que . enriquezca el siempre precario conocimiento humano? H. Bergson los con– trapone en demasía al afirmar que el concepto busca y que la intuición halla. Más bien debiera decirse que ambos actúan conjuntamente y mutua– mente se ayudan en cada momento de nuesta vida mental. Recordemos que el nifio se va abriendo a la razón hasta llegar al uso de la misma, como dice la sabiduría popular. Pero es de advertir que en el diálogo madre-hijo actúan siempre conjuntamente la intuición y el concepto. Por intuición el nifio percibe que su madre está alegre y juguetona; que le quiere mucho. Al mismo tiempo se va abriendo su débil razón con las observaciones que la madre va desgranando a su oído. Acaece lo mismo en el encuentro de dos amigos. Desde la percepción intuitiva de la mutua sonrisa hasta los altos ·razonamientos metafísicos, a los que en ocasiones ascienden, una interacción maravillosa de intuición y concepto se aúnan en el coloquio amigable. Parece, según esto, que ha llegado fa hora de que la razón deje de 23 H. Bergson, Les deux sources de la mora/e et de la religion, ch. IV, en Oeuvres, Paris 1963, 1239.

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