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TRES ESTILOS DE HACER FILOSOFÍA Y TEOLOGÍA 77 canecidas" 10 • No hace falta decir, pero viene bien para el propósito de este estudio, que la sabiduría materna no es fruto de largos estudios y reflexiones intelectuales. Toda madre razana poco, pero intuye mucho. Esta breve fórmula es un incitante más para que el pensador cristiano no se desentienda de los amplios campos donde triunfa la intuición como fuerza cognosc1t1va. Ya es hora de dar a la intuición el puesto que merece en el desarrollo de las múltiples formas del pensamiento humano. Il. LA FILOSOFÍA Y TEOLOGÍA CIENTÍFICAS Muchas veces ha sido comentada la afirmación que de entrada hace Aristóteles en su Metafísica: 1távni; dtv8pc.ncot -coii _tl8évott opé-yov-cott cpúcm 11 • Todo el capítulo primero subsiguiente viene a ser un comentario a la misma. En prueba de su aserto anota Aristóteles .que sentimos especial gusto en las petcepciones de los sentidos .al margen de que se reporte utilidad de ello. Especialmente acaece esto con el sentido de la vista, la cual, con ventaja respecto de los demás sentidos, nos da a conocer los objetos y nos revela los muchos rasgos diferenciales de las cosas. A continuación sigue exponiendo la distinción entre el arte y la ciencia para advertir que artes y ciencias nacen del deseo de saber que se halla ínsito en el hombre. No es temerario afirmar, ante la historia del pensar humano, que esta afirmación aristotélica con su comentario ha dado a este pensar la magna inflexión de la que todavía vive nuestra cultura de Occidente. Hasta Aristóteles domina, no sólo en las sabidurías orientales, sino en la misma Grecia, al saber práctico, que señala dirección a la vida humana. Con T. Carreras Artau afirmábamos que esta sabiduría d,esconoció el ideal del saber por el saber. Es este deseo de saber por saber lo que Aristóteles afirma ser propio de todo hombre. Y en efecto,. la historia constata que este deseo, en la obra genial de Aristóteles, cristaliza en ciencia, en saber científico, en saber por el saber.. Anticipos de rigurosa ciencia quieren señalarse hoy en algunos momen– tos de las culturas antiguas. Pero es indudable que en ellas tiene una casi exclusiva prevalencia el saber sapiencial, extraño al puro saber científico. 10 J.M. Pemán, A la muerte de mi madre, en Las musas y las horas, Madrid 1945, 355s. Todo el pequefio poema es un canto a la serena sapiencia maternal. 11 Aristóteles, Metaph. I (A) 1 980 a 21.

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