BCCCAP00000000000000000001605

EN!UQUE l<lVKRA DE VENTOSA desastre un ensayo que titula La vida es sueño. Le da por subtítulo: Rejlexiones sobre la generación de España. La regeneración era el tema del momento. Y muchos lamentaban el sueño secular del pueblo español, su abulia o falta de querer, la ausencia de conciencia nacional. Y a.tribuía a estos defectos el que España se hallara moribunda y agonizante. Unamuno sale en defensa del pueblo. Y contra patrioterismos inviden– tes declara falsa la postura de quienes ven en España una nación de con– quistas y de glorias. Pues España es, ante todo, el pueblo que trabaja y gana su sustento en la tierra que riega con su sudor, el que sigue oyen– do las campanas que tocaron a muerto por sus padres. Realidades todas éstas que se salen de la historia. ¿Qué le importa a este pueblo la gloria nacional, nuestra misión en la historia? Cuando estalló la guerra, la de Cuba y con los Estados Unidos, los que saben de Historia, de Derecho y de glorias nacionales quitaron muchos hijos a sus padres, resignados a que fueran a morir como héroes anónimos. Concluida la guerra, se sigue sacrificando el pueblo a la nación, a la que hay que dar carácter e indi– vidualidad histórica. ¡ Horrible cosa, exclama Unamuno al llegar aquí en su razonamiento, esa especie de suicidio moral de los individuos en aras de la colectividad! 6 En todo este intento de enredar a. los hombres en la lucha por la vida histórica ve un acto de pagadía y crueldad. La conclusión a que llega lo dicen bien estas palabras: « ¡ Que lo dejen (al pueblo) vivir en paz y en gracia de Dios, circundado de áurea sencillez en su camisa de hombre feliz, y, sobre todo, que no se tome en vano el nombre de su fe para hablarle de la España histórica conquista– dora de reinos en cuyos dominios no se ponía el sol... ¡Que no le viertan veneno pagano de mundanas glorias en su cristiano bálsamo de con– suelo!» 7 • En una reflexión ulterior escribe: «A todas horas oímos hablar del juicio de la posteridad, del fallo de la Historia, de la. realización de nues– tro destino, de nuestro buen nombre, de la misión histórica de nuestra nación... El pueblo, en tanto, soñando su vida por debajo de la Historia, anuda la oscura cadena de sus existencias en el SDno de la eternidad... Desgraciado pueblo, exclama Unamuno al final de su ensayo, ¿quién le librará de esa historia de muerte?» s. Con este apóstrofe del apóstol Pablo, que lo pronuncia muy a otro 6 La vida es sueño (Reflexiones sobre la regeneración de España), o. c.., t. I, p. 944. 7 Ibídem, p. 940. s Ibídem, p. 946.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz