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1:9] KNOU.ENTRO DK CULTU.IIAS, , , lejos de las tormentas de la historia, lejos del sueíio que a otras tierras la vida sacudiera... s 203 Cuán hondamente siente Unamuno que sobre el mar de encinas en sosiego resbalan los siglos. Las tormentas de la historia se hallan lejos. Y sigue diciendo este bello poema que el cielo tiende sobre este mar la paz que engendra reposo, la paz que no conoce tedio. Que el verde mar de las encinas es espejo de lo divino. Y su calma, manantial eterno de la eterna esperanza... Bella visión poética del contraste entre el siglo huidizo y la eternidad perenne. Entre lo que pasa muy pronto y lo que vuelve siempre como vuelven las horas de cada día. Desde esta vertiente metafísica del tiempo, M. de Unamuno nos hace ver con máxima claridad y hondura el doble plano en que se mueve su pensamiento cuando razona sobre el destino en su desarrollo histórico. Este destino lo proyecta o en la fugacidad atropellada de los siglos o en el remanso tranquilo de las horas eternas. Utilizando una terminología muy propia afirma que los siglos son la historia y las horas la intra– historia de los pueblos. Merece que nos detengamos en estas palabras que son el punto de partida, y también la clave, de cuanto vamos a decir sobre el modo cómo va a interpretar M. de Unamuno el encuentro de culturas. Según su con– cepción, éstas se rechazan en la historia para abrazarse en la intrahis– toria donde sienten todas un mismo común anhelo de convivencia humana. Unamuno estudia preferentemente el plano de la historia desde la vida nacional. A raíz del desastre de 1898 se puso de moda en aquella generación la crítica de la historia de España. Hasta entonces el español vivía demasiado de la historia grande pasada y no sabía enfrentarse con la mísera realidad presente. Contra ello se irguieron los del 98. Angel Ganivel se dirige a los españoles para decirles que han sido demasiadas las energías perdidas por el exterior. Que ha llegado el momento de reconsiderar la frase agustiniana aplicada a España: «In interi:ores His– paniae habitat veritasn. J. Costa pide nada menos que siete llaves para bien cerrar el sepulcro del Cid. Nada, por lo mismo, de estupefacientes históricos. A sentir la auténtica realidad de España para mejorarla. Unamuno, en esta misma línea, publica en noviembre del año del s Poesías. Castilla. El mar de encinas, o. c., t. VI, p. 177.

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