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_:200 BNRIQUII: ItlV&RA D:I VENTOSA (6] norma. Por lo mismo la búsqueda y el hallazgo de este canon y de esta norma debe ser la primera faena espiritual del hombre. Sólo así la mente humana hallará un asidero y la humanidad el camino hacia su plenitud. Esta plenítud, con todo, no es patrimonío de ninguna inteli– gencia, ni de ningún pueblo. De aquí el imperativo del diálogo y de la intercomunícación de culturas. O lo que es lo mismo, del encuentro de las mismas. Sólo a través del diálogo y de la viva comunicación de pue– blos se podrán hallar las constantes que deben iluminar la historia humana. Ortega y Gasset condivide con D'Ors frente a Unamuno la primacía de la inteligencia sobre el sentimiento. Pero si D'Ors ve en la inteligen– cia la porción angélica de nuestro espíritu, la sobre-c,onciencia donde se reflejan los valores eternos e inmutables, Ortega rechaza toda autono– mía, estilo cartesiano, de la inteligencia. Esta no tiene primacía sobre la vida, sino que se halla plenamente a su servicio. Ahora bien; la vida es constitutivamente despliegue, desarrollo, un hacerse continuo e imprevi– sible. Luego la cultura que tiene que iluminar los problemas de la vida, no puede hallarse vinculada a elementos estáticos, a constantes histó– -ricas, sino que debe plegarse a la vida en un perenne fieri que es su honor y su grandeza. En esta visión de la cultura el encuentro de unas con otras es una exigencia impuesta por la incapacidad del hombre para abarcar todos los puntos de vista que pueden iluminar la vida. Esta to– talización es un privilegio exclusivo de Dios, dice Ortega. Los demás, individuos, pueblos, naciones, pueden aportar tan sólo fragmentos, quizá valiosos, pero siempre fragmentos de la gran verdad humana. Hoy esta verdad quiere venir a ser cultura planetaria. Caminamos, por tanto, hacia una cultura integradora de todas las visiones parciales. La meta, sin embargo, es inatingible. Nueva razón, y muy poderosa, para que en este momento de gestación cultural todos los pueblos se den la mano. Este breve esbozo nos señala la directric de nuestra reflexión. Preci– semos ahora con más detenimiento los diversos puntos de vista de estos tres pensadores. I. M. DE UNAMUNO: LA HISTORIA Y LA INTRAHISTORIA En otro estudio sobre Bergson y M. de Unamuno hacíamos ver que el pensamiento de ambos se mueve en un doble plano: el plano de lo exterior y superficial y el plano de lo profundo y perenne. Empalmamos

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