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222 KNIUQUE R!V~KA DE VKNTUliA conformidad con la altura de los tiempos. Piensa que cada cultura ha gozado de una genialidad sobresaliente para algún tema vital. Por ello se debiera intentar una gigantesca inducción histórica que recogiera cada uno de los valores conquistados por cada una de las culturas. De donde brotara un nuevo clasicismo, muy distinto del que se arrastra estéril sobre el pensamiento moderno, un clasicismo verdaderamente ecuménico de radio planetario. Cada época y cada pueblo sería, enton– ces, maestro de algo, sería en uno y otro orden, clásico. Cesaría, por lo mismo, el privilegio arbitrario que se ha otorgado a un cierto clasi– cismo para incorporar a la idea clásica hasta los llamados pueblos «bárbaros» y «salvajes». También de ellos nosotros, engreidos de nues– tra civilización, tenemos que aprender 47• Este clasicismo de radio planetario es la respuesta orteguiana al gran problema actual del encuentro de culturas. En esta respuesta cree– mos se hallan elementos perennemente valiosos. Ortega concluye sus reflexiones sobre el encuentro de culturas con la afirmación de que sólo Dios es la síntesis de todas las perspectivas. La humanidad unificada llegaría a ser algo semejante a la divinidad. Reuniendo en un encuentro de culturas tantas perspectivas como exis– ten entre los humanos, nuestro mutuo enriquecimiento sería ubérrimo en frutos de vida superior. Entonces la humanidad habría entrado en una época de madurez y de plenitud. * * * Al terminar nuestro estudio nos permitimos algunas observaciones personales. Convenimos con M. de Unamuno, dejando aparte su irreductible irra– cionalismo, que debajo de la Historia con mayúscula, que registra en libros y documentos los llamados grandes hechos, una intra-historia de los diversos pueblos que en su estrato más profundo viene a ser la. eterna historia humana, con las mismas inquietudes y los mismos pen– samientos. En este último estrato todos los pueblos se dan la mano. El tema de Dios, del «más allá», del sentido de la vida y de la historia, acucia a todos los hombres. Tal vez las respuestas son diversas, aunque· 47 La fórmula "clasicisnw verdaderamente ecuménico de radio planetario"· se halla en Las Atlántidas... , p, 312. Esta fórmula genial no ha sido lamen– tablemente desarrollada por Ortega que la debió hacer objeto de una gran. estudio. Tan fructífera se muestra. No obstante, late siempre como fondo al abordar los temas de civilización y cultura.
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