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BNCUEN'TRO Dll CULTURAS••• 22I percibir algún breve trozo de ese trasmundo absoluto» 43, Ese trasmun– do absoluto lo describe Ortega momentos antes, diciendo que más allá .de las culturas está un cosmos eterno e invariable del cual va el hom– bre alcanzando vislumbres en un esfuerzo milenario e integral, para lo ,cual no basta el poder individual, sino que es menester la colaboración de todo un pueblo. De todo este razonamiento se deduce que no puede darse una cul– tura única, sino tantas cuantas son las maneras diversas de captar los supremos valores por los diversos pueblos. «Mal puede existir una cul– tura que sea la verdadera, escribe textualmente, cuando todas ellas poseen sólo un significado instrumental y son sensorios amplísimos exigidos por la visión de lo absoluto 44 • Es eso absoluto lo que no ha querido ver Spengler, al preconizar la relatividad de todas las culturas. Ortega advierte que la, obra de Spen– gler se estrangula a sí misma, pues hace faena absoluta al intentar de– mostrar que todas las culturas son relativas. Por otra parte, si el des– cubrimiento de una verdad es siempre un suceso con fecha y localidad precisas, la verdad descubierta es ubicoa y ucrónica. La historia es razón histórica. Y por lo mismo, en cuanto razón es un esfuerzo por superar la variabilidad histórica y un instrumento para alcanzar esta meta. «Nada más extemporáneo, concluye Ortega, que el relativismo de Spengler y nada más contradictorio de su hazaña intelectual que es, con todos sus errores, sus ligerezas y aspavientos, un gran empujón hacia lo absoluto;; 4\ En esta búsqueda del absoluto parecía existir un paradigma cultu– ral: el clasicismo, como encarnación de los supremos valores cultura. les. Ortega en esta ocasión, más que nunca, se enfrenta con la tesis de D'Ors, espíritu clásico hasta el cogollo, y niega contra él la existencia del canon clásico. Y no es que Ortega escatime ponderaciones al hombre clásico, «de férrea disciplina interior», «inteligencia preclara que camina del desorden al orden, y del caos al cosmos» 46 • Lo que no acepta es que ,el clasicismo sea elevado a canon eterno, a modelo suprahistórico. Or– tega otea un panorama cultural muy distinto al de D'Ors y más en 43 Las Atlántidas, en O. C., t. III, P. 313. En este pequefío ensayo Ortega ha resumido su pensamiento sobre este gran tema de la culturas. Por ello, lo utilizamos con preferencia a otros muchos pasajes en los que va exponiendo •el mismo tema. 44 Las Atlántidas, 1. y p. cit. 45 Las Atlántidas... , p. 312. 46 El hombre clásico, en O. C.. t. I, pp, 196-198,

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