BCCCAP00000000000000000001605

.l 21 J KNCUENTRU UK CULTURAS,. , 215 cunstanciales. El Renacimiento intentó una nueva síntesis armoruca en una amplia unidad. Pero le faltó el sentido del ecumenismo. Se dejó contagiar por los nacionalismos que inician su ascensión decisiva en la marcha de la historia. Ello hizo que se inutilizaran muchas de las más nobles aspiraciones del humanismo. Los naiionalismos, desenfrenados en sus aspiraciones dominadoras, díeron origen a guerras innumerables, que son siempre la secuencia nefasta de todo nacionalismo intempe– rante. Hasta llegar a las guerras totalitarias que han puesto en peligro a la humanidad entera. Pero ha llegado nuestra hora que D'Ors ha definido como «epifanía de la cultura». En ella se siente un anhelo de unidad cultural de signo ecuménico. Nuestra misión en esta hora consiste en lograr que esta epifanía luzca con esplendor. Que sus irradiaciones no sean sofocadas por las nieblas de los nacionalismos separatistas. Por lo mismo, el en– •Cuentro de culturas en esta situación histórica no es algo convencional y buscado. Sino algo que brota del mismo desarrollo de esta cultura planetaria. Hoy día no hay posibilidad de verdadera cultura sin aber. tura ecuménica. Y esta abertura ecuménica halla su plenitud en el abra– zo y mutua inteligencia de unas culturas con otras 34, No seríamos, sin embargo, suficientemente claros si con esta expo– sición diéramos a entender que E. D'Ors tiende la mano a ciertas ten– ·dencias actuales que propugnan un ecumenismo cultural en el que todas las culturas deben ser aceptadas a un mismo nivel y deben ser consi– deradas como igualmente legítimas. Para D'Ors, alma mediterránea hasta la última fibra, esto es inadmisible. La norma esencial de toda cultura ha sido dada: en lo que toca a los valores humanos por el cla– sicismo de Grecia y de Roma; en lo que toca a los valores religiosos por el cristianismo. Esta restricción no será ciertamente admitida por todos. Ha tenido oposiciones en su misma patria. Hoy día E. D'Ors es un pensador en menguante dentro de la vida cultural española. Y pensamos que en parte es debido a su vinculación excesiva al módulo clásico y medite– -rráneo. No obstante, convendría tener presente, frente al relativismo cultural que nos oprime en esta hora, que la mente humana no se en– cuentra sin norma y sin dirección. La verdad eterna tiene sus cánones. Y toca a la inteligencia el descubrirlos y el aceptarlos. En el momento final de nuestra reflexión sobre E. D'Ors quisiéra- 34 Jbidem, pp. 231-232.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz