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.208 ENRIQUK RIVERA Dli: VENTOSA .ancho cielo común a todos, y celebraba su miterio, comulgando en espí– ritu en el altar del Sobre-Arte. Contempla su propia representación en una escena vigorosa de realidad idealizada, y oye con religioso silencio el eco de su conciencia, el canto eterno del coro humano. La muche– dumbre siente entonces, en recogimiento augusto, irradiar en sus pechos -el Amor, intuyendo con intuición profunda el misterio de la Trinidad del Bien, la Verdad y la Belleza 11. Este razonamiento es un canto a las profundas y eternas virtudes del pueblo. Mas este pueblo, fuente de toda verdadera grandeza nacional, da .a una doble vertiente: a lo local y a lo universal. Es aleccionador que Unamuno no sólo no vea oposición entre ellos, sino, al contrario, com– .Plementariedad. En dos pasajes paralelos pone en contraste la patria chica con la patria universal. En ambos con sentido de apoyo y mutuo enriquecimiento. En el primer pasaje deduce de su unión el amor patrio con estas palabras: «El desarrollo del amor al campanario sólo es fe– •cundo y sano cuando va de par en par con el desarrollo del amor a la patria universal humana; de la fusión de estos dos amores, sensitivo sobre todo uno, y el otro sobre todo intelectual, brota el verdadero amor patrio» 1a. En el otro pasaje asciende a la patria perfecta y pura: «El concepto de patria se está polarizando; en efecto, tira de un lado la patria chica, de campanario, la sensitiva, de impresión directa, y de otro, la gran patria humana, la intelectiva. Y así que se fundan en uno y mutuamente se fecunden en el espíritu la patria chica y la gran patria, surgirá la patria completa y pura, la de los hombres emancipados de la tierra» 19. En ocasiones Unamuno lamenta que la palabra humanidad se la haya -desfigurado, estropeado, dice literlmente, por aplicaciones pedantescas y sectarias. Pero en otras muchas olvida el estropicio lingüístico de que ha sido objeto y se atiene a su contenido sustantivo. Entonces Unamuno eleva su canto a la Humanidad Eterna, Salv·e, Santa Humanidad. Por •ello, en su estudio sobre la mística y el humanismo celebra que la místi– ca castellana de Santa Teresa y de San Juan de la Cruz no idealiza, ni lo ,eterno femenino, ni lo eterno masculino, sino lo eterno humano 20 • Y debe ser así porque el fondo eterno y universal de la humanidad es la más honda y fecunda idea. Frente a casticismos herméticos, reacios a 11 Ibídem, p, 910. 1s En torno al casticismo. IV. De mística y humanismo, o. c., t. I, p. 847. 19 La regeneración del teatro español, o. c., t. I, p. 905. 20 En torno al casticismo. IV. De mística y humanismo, o. c., t. I, p. 842.

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