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.206 ENRlQOK RlVJUtA DE VENTUSA un mar continuo, hondo, inmensamente más hondo que la capa que on– •dula sobre un mar silencioso y a cuyo último fondo nunca llegal el sol. .. Los periódicos nada dicen de la vida silenciosa de los millones de hom– bres sin historia que a todas las horas del día y en todos los países del .globo se levantan a una orden del sol y van a sus campos a proseguir la oscura y silenciosa labor cotidiana y eterna, esa labor que écha las bases sobre que se alzan los islotes de la Historia. Sobre el silencio .augusto se apoya y vive el sonido; sobre la inmensa Humanidad silen– ciosa se levantan los que meten bulla en la Historia. Esa vida intrahis– tórica, silenciosa y continua como el fondo mismo del mar, es la sustan– cia del progreso, la verdadera tradición, la tradición eterna» 1°. La intra– historia de que se habla en este pasaje, como opuesta a la historia, es lo más hondo y profundo de la misma: es la Humanidad y su tradición eterna. Pero Unamuno, antes de llegar a este último estrato de la intra– historia, analiza en muchas otras ocasiones el estrato primero de la misma que es el pueblo, en cuanto éste se halla ligado a su lugar, a su terruño, a su patria chica. Ahora bien; si la nación, como hemos visto, se cierra herméticamente en su historia a las otras naciones, el pueblo auténtico, el de la patria chica, es constitutivamente abertura. De la patria chica Unamuno ve un ascenso hasta la humanidad. «Hay en for– mación, tal vez inacabable, escribe Unamuno, un pacto inmanente, un verdadero contrato social intra-histórico no formulado, que es la efectiva •constitución interna de cada pueblo. Este contrato libre, hondamente libre, será la base de las patrias chicas cuando éstas individualizadas al máximo por su subordinación a la patria humana universal sean otra cosa que limitaciones del espacio y del tiempo, del suelo y de la histo– ria» 11. La patria chica de que se nos habla aquí debe hallarse subordina– da a la patria universal. He aquí un ideal que Unamuno entrevé y del que se va a declarar apóstol en todo momento. Uno de esos momentos se lo ofrece la historia de las repúblicas ame– ricanas. Y más en concreto, el despertar esperanzador de la Argentina. Unamuno crea, con este motivo, un neologismo muy expresivo: la ar– gentinidad. Y sobre este neologismo compone un ensayo 12 • En el mismo la argentinidad, como concepto, se universaliza en españolidad, galicani– dad, italianidad, anglicanidad... ¿Quiere decir que Unamuno vuelve con ,ello al contraste de unas naciones con otras, que forma el bullicio de 10 En torno al casticismo. I. La tradición eterna, o. c., t. I, p. 794. 11 En torno al casticismo. II. La casta histórica. Castilla, o. c., t. I, p. 793. 12 Sobre la argentinidad. o. c., t. III, pp. 543-547.
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