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374 GERMÁN ZAMORA Villalpando exhibió los documentos el 19, siéndole devueltos los originales el 24. En el ínterin, el P. Bustillo dirigía al secretario de cámara más antiguo, D. Antonio Martínez de Salazar una consulta. Trataba de escudar su morosidad en representar en la gravedad del asunto, que le había precisado a « tomar informes de dentro y fuera de la Provincia, y aún de la Religión, valiéndome de los primeros sujetos de las Universidades » - probable alusión no sólo a la de Salamanca, sino a algunos catedráticos de Alcalá, ciudad en la que él había regido el convento capuchino desde abril de 1778 hasta su elevación al provincialato. En cuanto a la invocada autoridad del P. Radkersburg, oponía no ser lo mismo « permitir al Autor que escriba, que mandarme a mí que se estudie»; la del P. Villardondiego valía aún menos, por falta de base, ya que su instancia no había sido firmada por los definidores. Del decreto de Matute nada decía. Ni había mediado infracción de la carta orden del 16 de noviembre, pues el acuerdo de escoger el texto de Dupasquier se había tomado en los primeros días de dicho mes. Por otra parte, no era fácil introducir el estudio de « un sistema peregri– no », en el que no estaba instruido ni el mismo lector de turno, que lo sería el P. Tomás de Bilbao (1743-1817); como muestra de buena voluntad, le había enviado inmediatamente un ejemplar del Curso de Villalpando con aquel fin. Y las universidades o estudios generales no habían dado muchas pruebas de interesarse tampoco por él, a juzgar por el volumen de ventas. En fin, como las tareas de su cargo no le dejarían tiempo para juzgar por sí mismo del valor de dicho Curso, advertía que se serviría de otras personas. Este informe exploratorio terminaba preguntando a Salazar qué plazo podría tomarse para enviar su representación, pues estaba a punto de emprender la visita pastoral de la provincia 10. El 22 de diciembre designó el definitorio la comisión que debería asesorar al provincial en el litigio de si la filosofía de Villalpando sería o no conducente para la formación de los estudiantes capuchinos castellanos. Fueron escogidos los Padres Fidel de Alcabón, que había sido maestro de estudiantes de 1746 a 1751; Francisco de Ajofrín, ex-lector (1754-59); Ambrosio de La Mota (t 1788), ex-maestro de estudiantes y ex-lector; Angel de Toro, ex-lector (1771-78); Fidel de Marquina, lector en acto (1774-79); y Fidel de La Calzada, también lector en acto (1779-82). Todos, por tanto, habían desempeñado puestos en la docencia filosófico-teológica, por lo que puede considerárseles capacitados para la encomienda recibida. Pero de todos, menos del P. Marquina, consta su oposición a las ideas reformadoras de la enseñanza y a la estricta observancia; a excepción del indicado, todos figuraban en la tabla de exilandos sugerida por Fermoselle a Roda. Pertenecían, pues, a la casta de adheridos al « método que dicen antiguo», como se expresaría Villalpando. En general, su edad los adscribiría a 1 º AHNC, leg. citado, f. 71-72 y 129v. Sebastián Dupasquier (1630-1718), franciscano conventual: Summa philosophiae scholasticae et scotisticae (Lugduni 1692); Summa theologiae scotisticae (ibid. 1695).

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