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388 GERMÁN ZAMORA por tanto, la obligación de cumplir lo en él mandado; 2) la inconveniencia de dar a la imprenta los papeles de la polémica entablada entre el P. Villalpando, su provincial y la universidad salmantina, porque se trataba de documentos privados, pertenecientes a los informes secretos del Consejo; 3) la utilidad de reimprimir su Philosophia con las correc– ciones introducidas por el autor, y no obstante la censura de Ibáñez Falomir. Para ello habría que urgir a los otros dos catedráticos de San Isidro que ultimaran su revisión 30 • El Consejo examinó ese dictamen de su fiscal en el pleno de 26 de junio, ordenando se pasara al relator. Asistían a aquella reunión los « Señores de gobierno: Nava, Acedo, Santa Clara, Villafañe, Doz, Hinojosa, Gargollo, Bernao, Cantero». Se desconoce el ulterior avatar de ese expediente, o si quedó congelado en aquel punto para siempre. Tampoco hay indicios de que los profesores Francisco Messeguer y Arrufat, ele ética, y Antonio Femández Solano, de física, revisaran la parte del Curso filosófico que les correspondía. ¿ Le estaría reservada a esa revisión el sino del Curso de Salamanca, olvidado durante años y en circunstancias similares precisamente entre manos de los cate– dráticos y director de San Isidro? Los fiscales proponían en su dictamen que, para facilitar esa tarea, se entrevistara el P. Villalpando con dichos catedráticos conferenciando llanamente sobre la preparación de una nueva edición de su obra, corregida y retocada en lo que fuera necesario. « La que, si se determinare hacerse, pudiera acom– pañarse de un Prólogo instructivo, que diese noticia de lo contenido en en ella, y anticipase la satisfacción y respuesta a los reparos sustanciales que se le han objetado» 31 • Los fiscales comparaban la obra de Villal– pando, tanto en el lado positivo de su afán y relativo éxito, como en el de la oposición encontrada, a la de Luis Vives, Simón Abril, Feijoo y otros « sabios españoles », resueltos en su respectiva época a moder– nizar los estudios de la nación. « La suerte de su Curso Filosófico ha sido igual a la que experimentaron en sus tiempos los grandes hombres que quedan referidos, y otros que, atendiendo a la brevedad, no se expresan». Villalpando debió recibir una gran satisfacción por esta defensa sin reservas, aunque tardía, de su obra (si llegó a conocerla); excepto la impresión de los papeles ofensivos y de su apología, sancionaba cuanto había pedido. Pero ya antes de cerrarse aquel año crucial de 1780, objeto de nuestra investigación, o más exactamente, aquel verano, había podido sonreír igualmente ante el sesgo muy favorable de la historia: el P. Bustillo era destinado a Roma con el título de definidor general; la sombra que desde allí podía proyectar su antagonismo contra la filosofía moderna e, indirectamente, contra el P. Villalpando, se reflejaría pálidamente en Madrid, si bien cobraba mayor influjo sobre ese campo en la orientación de la Orden, de la que llegaría a ser ministro general. "º AJINC, loco cit. 278•297. " !bid. f. 296-297.

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