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LA FILOSOFIA MODERNA Y LOS CAPUCHINOS 383 noque, sino el camueso produce otro camueso, y el alcornoque otro alcornoque ? » El estaba plenamente seguro de ese obrar fixístico de la naturaleza, único elemento de eternidad en lo fugaz: « sólo la generación hace eterno lo pasadero » (Generatio aeternitatem dat ca– ducis). En cuanto al caso Galileo, si el P. Villalpando se declara defensor del sistema de Copérnico, no es tanto por considerarlo verdadero - alega su censor - o capaz de explicar los fenómenos, cuanto por vanidad: para aparentar ingenio. Debiera bastarle la condena de Galileo por la Inquisición Romana. Pero, lejos de ello, el P. Villalpando la atribuye « a la miseria de los tiempos», y no a la falsedad del coper– nicanismo, tan explícita en la Biblia (!). El cardenal A. Barberini, asistente a la condenación, se avergonzaría de su hermano en religión, Fray Francisco de Villalpando, si viviera en el día, y supiera que éste ha « estampado en sus obras un sistema condenado por la Inquisición de Roma, achacándolo a la condición de los tiempos ». En definitiva, según este crítico, vale más abrazar un sistema esbozado a grandes rasgos en la sagrada Escritura, que « con Copérnico fingir muchas cosas, aunque nos parezcan más conformes al sentido o a la razón, o por mejor decir, a nuestras ficciones». Discute el P. Ambrosio de La Mota otras cuestiones del texto de Villalpando, especialmente la relativa a la abolición de la pena de muerte contra los herejes protervos, en lo que apenas va a la zaga su papel a los de Valladolid y Salamanca. Y, en conclusión de su punto de vista general, sentencia lo siguiente: 1) la filosofía del P. Villalpando no es útil para los colegios de la Orden; 2) la experiencia ha mostrado ser bastante útil el antiguo método, que mandó observar el P. general Serafín de Ziegenhals o Capricolense. 3) Cuando la pro– vincia juzgue oportuno mudar a otro autor del gusto de la época, puede imponerse el Curso del P. Bernardo de Bononia, pues, « purifi– cado de todas las cuestiones que se tienen por inútiles, está escrito con gran moderación y enriquecido con todas las noticias que en el día corren con el nombre de verdadera Filosofía ». El cual Curso, además, es el seguido actualmente por algunos lectores de la provincia. El P. Ambrosio de La Mota era un férvido partidario de este autor, al que cita con frecuencia en su dictamen contra el texto del P. Villal– pando y contra su conducencia para los estudios capuchinos 22 • No tardaría mucho en imponerse su deseo en la provincia de Castilla. 22 AHNC, leg. 5539, n. 34, f. 251-257. Ejemplar firmado. Se conserva otro en la Biblioteca Nacional de Madrid, ms. 18761, fechado también en Valladolid a 8.10.80 (el nombre de la ciudad aparece tachado). Acerca de un manuscrito que se archivaba en la Biblioteca Provincial de Toledo, cf. Arch. lb. Amer. 25 (1926) 346. Gervasio de Breisach era otro buen representante del « método antiguo » entre los capuchinos, con su Cursus philosophicus brevi et clara methodo in tres tomulos distributus (Coloniae Agripinae 1711). « Nuestro Gervasio », como familiarmente llegó a Ilamársele en Castilla, dedicaba al tema de la generación bajo su aspecto biológico sólo dos páginas (de 16 x 9,5 cm.); el P. Villalpando lo expone en 17 (de 21 x 14,5 cm.). El primero apoya su doctrina en autoridades como Hipócrates, Aristóteles, Plinio y Galeno; el segundo advierte en su apología que lo debe

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