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382 GERMÁN ZAMORA la actitud a ultranza de varios teólogos complutenses contemporáneos, como el mercedario calzado P. Ramírez de Orozco. Todo era fruto de la misma mentalidad, y en parte, de la misma fuente concreta. 6. La nueva genética y la nueva astronomía, dos motivos más ele censura La de su colega Ambrosio de La Mota estaba mejor pensada. Si bien obedece al mismo presupuesto afincado en el escolasticismo y la hostilidad a la innovación, algunos de los problemas que su crítica suscita, sorprenden hoy por su modernidad. En sustancia, su dictamen examina: las fuentes de la obra del P. Villalpando; algo sobre embriología e ingeniería ge– nética; el caso Galileo; conclusión. En cuanto a las fuentes, advierte que el P. Villalpando « sigue en un todo, como a su maestro, en la Lógica y Metafísica, al célebre Genuense ». Los materiales de su física se hallan todos, o los más, en el Curso del P. Gervasio de Breisach, de texto algún tiempo entre los capuchinos castellanos, por lo cual « muchas de las noticias que nos vende por nuevas el Autor, se hallan envejecidas entre nosotros ». En el « Brisaciense » aparece también el mismo tratado del cuerpo humano, aunque los lectores procuraban esquivarlo, máxime en el tema de la generación. « La descripción nimia que hace de las sobredichas partes y de la aptitud de sus movimientos para la generación ha dado lugar entre los mismos seglares a muchos dicharachos menos decentes » -, escribe contra el P. Villalpando. ¿ Cómo se inicia aquélla? Para refutar la aceptación por éste del descubrimiento de los espermatozoos y su función embriológica, La Mota traía a cuento este donoso raciocinio, quizás de interés para la historia de la ciencia española: El ejemplo de los animales delineados en las mismas semillas no es principio cierto ele la generación, pues se hallan muchas semillas ele animales fecundos, sin estos gusanos, como lo confiesa el mismo inventor ele esta patraña; pues si fuera cierto este sistema, erraba en muy mucho la misma Naturaleza, pues siendo tanta la multitud de gusanos que han descubierto en el semen de los animales, y bastando uno solo para la generación ele un individuo, todos los demás era necesario que pereciesen, y ya se ve que en esto no iría la Naturaleza arreglada en la producción de tantos A n i m a 1 i 11 o s . No menos curioso resulta su rechazo del mecanicismo cartesiano aplicado al mundo animal y vegetal. Reducirlo todo a extensión, movi– miento y disposición de las partes le parece tan inaceptable como el aserto central del ocasionalismo. Si aquello fuera cierto, reconoce que el ingenio humano sería capaz de llegar a formar una planta lo mismo que la produce la tierra, valiéndose de la sola y varia configuración de la materia. Pero el hombre nunca conseguirá - nos dice - com– paginar no ya « un cedro, sino la yerba más despreciable del campo »: « Si todo lo corpóreo se puede explicar con la varia configuración de la materia, ¿ nos dirá el Autor por qué un camueso no produce un alcor-

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