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LA FILOSOFIA MODERNA Y LOS CAPUCHINOS 381 veces, y de cuya aversión al método escolástico, principalmente al silogismo, le hace partícipe. El P. Ajofrín sabe usar de fina ironía cuando quiere poner más de relieve sus reproches. Otras veces es manifiesto su afán de llamar la atención del Santo Oficio - y de ahí su insistencia en el tema de la familiaridad que la Philosophia rezumaba con obras heréticas y su peligrosidad para la juventud, a causa de ello. « ¿ Cómo se entienden los Decretos de la Sta. Inquisición - se pregunta - para no leer, ni menos citar, los libros de los herejes ? Lo sabrá el Autor, o tendrá licencia para ello; pero era menester que la haya sacado para todos los que lean su filosofía, pues no son pocas veces las que cita a Lokio, como también a Malebranche, Espinosa, y otros ». Su escrutinio de las veces que el P. Villalpando utiliza la autoridad de un doctor católico frente a las que cita a acatólicos, le arranca esta observación: « En una parte [1, 438] habla de Sn. Agustín y Sn. Tomás con el mayor desprecio. En otra [I, 461-462] antepone a Sn. Tomás y Sn. Agustín los Modernos: Newton, Leibniz, Galileo, Verulamio, y otros de semejante estofa... ¿ Serán devotos y santos Estudios (como quiere la Constitución) donde no se cita apenas un santo, pero ni aun un devoto ? - Y si tenemos por acá Autores Católicos y de sana doctrina, ¿ para qué ir a Inglaterra y Alemania por herejes protestantes?». A su juicio el ergo era el nervio de toda verdadera filosofía. El P. Ajofrín podría figurar al frente de una lucida antología de apologistas de la partícula y cuanto simbolizaba. El ergo era, sobre todo, el terror de los disidentes en la fe; el virtuosismo en su utilización había elevado a una sin par grandeza a la teología española, y erigido barrera insalvable en tomo al depósito purísimo de nuestras creencias. « Quítese el ergo, corno intentan los Novatores, y quedará una filosofía muerta, insulsa, fría, sin nervio, ni eficacia. Quítese el ergo, y ya no se oirá en las Escuelas aquel pavoroso trueno, que hacía temblar a los mayores gigantes, ergo conclusos. Quítese el ergo y quedará (como da a entender el Autor) una filosofía de moda, una filosofía de estrados... ». Reprobaba también: el estilo del P. Villalpando, por considerarlo impropio para jóvenes principiantes; las notas marginales; la aceptación del copernicanismo, etc., y agregaba que la Philosophia de su hermano en religión había caído completamente en el vacío y aún en el ridículo ante los literatos, que hicieron de ella caso omiso, no obstante su anuncio en la Gaceta y su puesta a la venta en las capitales de la nación 21 • La crítica del P. Ajofrín ofrece también notables semejanzas con ciertos pasajes del Extracto o dictamen salmantino, y recuerda en otros 21 [bid. f. 131-145 y 164-184; leg. 50769, f. 76-80. - Efectivamente, la Gaceta de Madrid del 26 de agosto de 1777 anunciaba así el tomo I de la Philosophia: « Tomus primus. Se hallara en Madrid en las librerías de Fernández; en Valencia en la de Faure; en Salamanca en la de Rico; y en Valladolid en la de Santander» (p. 344). « Tomus secundus... »: « Se hallará donde el 1° » (Gaceta del 19 de mayo de 1778, p. 196). « Tomus tertius... »: « Se hallará con los dos antecedentes en la librería de Francisco Fernández frente a las gradas de S. Felipe» (ibid. del 7 de julio de 1778, p. 268), - Cf. M. Serrano y Sanz, El Consejo de Castilla y la censura de libros en el siglo XVIII, en Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos (Madrid) 15 (1906) 393-395.

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