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\ 380 GERMÁN ZAMORA restantes el del toledano P. Ajofrín, escritor prolífico. Pero en seriedad científica y peso filosófico sólo descollaba algo el del guardián del convento vallisoletano, P. Ambrosio de La Mota. La censura del toresano se abría con un gran elogio de admiración al autor de la obra, por la rapidez en componerla; sin embargo, esa obra le parecía inepta para el fin pretendido, a causa de la disparidad entre sus destinatarios - « ad usum Scholae FF. Minorum S. Francisci Ca– puccin. » - y su contenido. La Física moderna, por ejemplo, orientada no sólo a conocer la naturaleza, sino a sacar de ella el mayor provecho, corría peligro de enseñar a los jóvenes el modo de procurarse comodi– dades vitandas por un capuchino. El tratado de la generación, aparte de tamaña incongruencia, era escabroso para la edad de los estudiantes. Y, finalmente, la filosofía del P. Villalpando enseñaba también a no temer los nublados y tempestades, escándalo en boca de un religioso para los seglares, que en tal trance tienden a compungirse y encomendarse a Dios 19 • El dictamen del calificador de la Inquisición abundaba en los mismos achaques, y añadía, de su cosecha, los siguientes: con el « método antiguo » hubo muchos hombres sabios y eminentes en la Orden - método que expulsaba de las bibliotecas los libros de gentiles o herejes, haciendo quemar a veces los de éstos; el método nuevo no está probado en la filosofía teórica, y en '1a práctica es más propio para estudiantes de medicina, anatomía y carreras semejantes que no para estudios eclesiás– ticos. Y para demostrar quién estaba en lo cierto, proponía se creara una cátedra en la que el P. Villalpando explicase durante algunos años su nueva doctrina, tratando de convencer « lo .que hasta ahora es tan dudoso, y sospechoso ». El, por su parte, se conformaría con el dictamen de la universidad salmantina (aún no enviado al Consejo, pero sin duda ya divulgado, o barruntado) 20• En ninguno de los censores es tan categórico como en el P. Ajofrín el repudio de la filosofía moderna y la exaltación de los valores escolás– ticos, a los .que identificaba con «católicos». Tal es el eje de su largo discurso, festoneado, a un lado y otro, de sutilezas para probarlo. Sirva de indicio la fraseología de que hace alarde: « El ergoteo es la frase que usan los Novatores en desprecio de los Estudios Escolásticos»; « todos los Noveleros de la edad presente»; « derramar con el mayor disimulo el veneno de la herejía»; « afeando el modo de argüir antiguo»; « filo– sofía de Frailes »; « adaptar nuestros Estudios al gusto y paladar de los herejes »; « tanto abismo de error como cada día vemos pulular en nuestra España»; « novitatis amore »; « ingeniorum lascivia »; « objeto de la maledicencia de los Novatores »; « esta casta de gentes»... Para persuadir que la filosofía del P. Villalpando estaba en conflicto abierto con la ratio studiorum de la Orden, no duda en afirmar que parece la de un amigo de los heterodoxos, a quienes cita innumerables 19 !bid. f. 146-153 y 224-241. • Y leg. 50769, f. 72-73. 20 [bid. f. 76-80 y, sobre todo, leg. 5539, n. 34, f. 153-155 y 242-247.

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