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.«criar y sustentar el mundo>), Dios quiere compama. Y, aunque creador de .tc:>do, ·permite que- una criatura le ayude a producir otra. Evocando fa doctrina agustiníaná de la:s· virtudes seminales, ·nuestro místico señala que las cósas naturales· poseen dentro ·de si el prin– cipio de su operación. «Y para que obren no ha menester el ·Señor sino despertarles a,quella virtud seminal que en si tienen»; «como pa;rece·en eZ·grano de trigo>>. De esta forma, Dios obra en la crea– tura y, a la vez, concede a ésta facultad de obrar Mn El. Respecto al hombre, esta panorámica creacional · y providencial cambia radi– calmente, cuando se trata de su salvación. Aqui, todo lo realiza Dios. Para redimir al mundo, no quiso que nadie le ayudase. Las buenas obras del hombre no pueden salvar a éste ni son principio de mé– rito en orden a su salvación. «Claro está -entonces-- que es más poderoso un grano de trigo para venir a su último fin que no un hombre para venir al suyo». La justificación del pecador se rea– liza en el reconocimiento humilde de su «nonada», que es recreada gratuitamente en su vida sobrenatural únicamente por la acción amorosa de Di.os 81 • El trigo es empleado también por Osuna, evo– cando el salte:r:io, como imagen de Cristo. De la grosura del tal trigo (Cristo) será harto el pueblo de Dios. Con el elenco completo de la fauna y el breve apunte de su flora, la naturaleza y el paisaje de la experiencia mística han que– dado plasmados en su cuadro lingüistico expresivo. De este cuadro, dibujado en su boceto fundamental, se pasa como de la mano a otro en el que la cantidad y el número son sus elementos constitu– tivos, el ·del saber científico y su expresión mensurable. Ill.-EXPERIENCIA CIENTIFICA Y TEOLOGIA MISTICA La ciencia nos ha acostumbrado a distinguir en toda experien• cia directa entre f enómenó y realidad. Fenómeno equivale, en la mayoría de los casos, a «apariencia» y realidad- a «verdadero ser». Ambas :nocibnes -fenómeno y realidad- están unidas por una relación inseparable, aunque un tanto extraña. Lo que aparece, lo que se háce epifanía, esconde y distancia de nuestra percepción su auténtica. dimensión ontológica. Así, por ejemplo, detrás del f enó– meno de la materia continua, asequible a los sentidos en una expe– riencia directa, el científico intuye una naturaleza física de índole discontinua y atómica que no alcanza a aprehender en su totalidad. ~ . ., . 81 Op. cit., 542, 543, 544, 587 y 283, entre otros ejemplos. Se habla en ·est.os pasajes, casi siempre, de aa «grosura y redaño del. trigo». · 56

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