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Uno de los árboles más poéticos de la geografía mística es el almendro. El Tercer Abecedario lo une a la manera típica con que su fruto, la almendra, se confita. Su sabor amargo se encubre con el azúcar requemado y nuestro gusto no percibe, así, su modo ácido de ser. El hombre, como la almendra confitada, oculta muchas veces bajo una apariencia de virtud sus malicias y pecados. Pero Dios conoce el interior del corazón humano que no le engaña, como nos engañan a nosotros las almendras confitadas 79 • Sin vid y sin olivos, el paisaje de la tierra andaluza de nuestro escritor místico perdería su configuración más peculiar y propia. El olivo, árbol también eminentemente bíblico, es imagen de Cristo «oliva fructífera» y es empleado por Osuna como uno de los nom– bres con los que puede ser designado el ejercicio de recogimiento. En efecto, la gracia que nos hace agradables a los ojos de Dios es considerada en la Sagrada Escritura como óleo con que se unge el alma. Este óleo llega a ella, procedente de Cristo, «oliva fructí– fera», por quien somos redimidos y en quien Dios nos ama. La vid, la viña, el viñedo conforman toda una constelación semántica en la que se estructura una amplia gama de vocabulario, unida a tér– minos como «majuelo», «sarmiento», «vino», «viñadero», «cuba», «vasija», «tinaja». Quien bebe un buen vino, sacado de la tinaja propia, se acuerda sin duda alguna del majuelo y de la vid de donde procede. El varón recogido, de igual manera, recuerda a Dios, como fuente y principio, cuando contempla todos los beneficios y dones que le ha concedido y todos los que le promete otorgar, hasta llegar a la unión con El. El alma es, además, «la viña del Señor», según expresión de San Bernardo, y el viñadero que la guarda es el cuidado del recogimiento, que pone en fuga los pensamientos malos, ladrones de la viña 80 • El grano de trigo evangélico que muere, para dar mucho fruto, es trasladado en el Tercer Abecedario al campo de la metafísica. Y sirve de expresión plástica a principios admitidos por todos, como el que afirma que según sea el ser, así será su modo de obrar, o el que resume la constitución de los entes subrayando que su perfec– ción se alcanza por el desarrollo de sus virtualidades potenciales. Así, por ejemplo, en el tratado 19, c. 3, que versa sobre la humildad, Osuna habla de la diferencia que Dios hace en la creación y provi– dencia respecto a las cosas naturales y respecto al hombre. Para y a las marga.ri ,tas, juntamente. El jardín y las rosas, como fuente expresdve. espiriitua;l, son estudiados en su obra por G. Etohegoyen, pp. 321.-31. 79 TAE 213 y 556. 80 Op. cit., especialmente, 360, 527 y 537. 155
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