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de forma sistemática por el autor del Corpus Dionysiacum. El mismo Santo Tomás de Aquino, en su comentario al De divinis nominibus del Pseudo-Dionisio, distingue tres tipos de conocimiento teológico, el de los apóstoles, el de los teólogos y el de los misticos, haciendo un penetrante análisis del conocimiento que éstos últimos obtienen «por experiencia» 2 • La situación del estatuto epistemológico de la teología, contra– dicho y rechazado por la ciencia y la filosofia analítica del lenguaje, ha sido el punto de arranque del presente estudio y el substrato natural sobre el que se fundamenta. En efecto, si la filosofía ana– lítica del lenguaje y la ciencia exigen a la teología, para revalidar su dimensión cientifica, que se base en la experiencia, ¿por qué no aceptar su reto y establecer diálogo en el campo empirico de la teo– logia mística? Para llevar esto a cabo, basta con seleccionar una obra determinada, aceptada por todos como relevante en la historia de la experiencia de Dios, que afirman haber disfrutado algunos creyentes. La elección, por ello, del Tercer Abecedario Espiritual, qada su unidad temática y siendo su autor, Francisco de Osuna, uno de los maestros en la oración de Santa Teresa de Avila, resulta fácil de comprender. Las investigaciones, sin embargo, realizadas sobre los escritos de este místico franciscano andaluz, obligan a acotar con mayor precisión el campo del presente estudio -diálogo de la teo– logía mística con la ciencia y filosofía analítica del lenguaje- y a tomar como objeto preferente de investigación únicamente las expe– riencias que comporta la oración de recogimiento y las expresiones que dan testimonio de las mismas. Nuestro quehacer, por otra parte, ha sido de índole más bien sincrónica, para no caer en repeticiones diacrónicas de las que la obra os.unista es ya bastante rica. En este sentido, a titulo ilustra– tivo, vemos que algunos autores han puesto de relieve las influencias de Osuna en la mística carmelitana. Especialmente en nuestro siglo lo han hecho Morel Fatio (1908), Rodolphe Hornaert (1922) y, de modo muy particular, M. Gaston Etchegoyen (1923). Otros se han fijado en los puntos de connivencia que los escritos osunistas refle– jan respecto de la mística flamenca, como Pierre Groult (1927) y Sanchis Alventosa (1946) ; Allison Peers (1927), Sáinz Rodríguez (1927 y 1930), F. Bertini (1933) y Crisógono de Jesús (1929 y 1930), por el contrario, han intentado ubicar a nuestro místico andaluz 2 Cf. In librum Beati Dionysii «De divinis nominibus» (Tal.lrini 1950) Lección IV, n. 60 de texto, nn. 190-92 del comentario, en pp. 54-9. También, II-II, q. rn, a. 2 ~ 2 o Comm. in Sent. Hl, dist. 35, q. 2, art. 1, sol. l. Los Santos Pad'I'es se hia.cen ya eco de estos tipos de conocimiento: PG 29, 354-65.
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