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cada uno de los tratados que lo componen sigue una dinámica meto– dológica idéntica. Varía el número de capítulos con los que se es– tructuran los tratados --de cuatro (trat. 3) a diez (trat. 16 y 20)-, pero en todos se contempla: un exordio en el que se explica lo que pretende decir el dístico, un comentario, a veces doble, del mismo, y una conclusión, seguida con frecuencia de un apéndice completivo. Cada capítulo, a su vez, se compone de las unidades de exposición propuestas anteriormente. Dada la repetición de esta dinámica metodológica en todos los tratados., tomamos para nuestro análisis de forma paradigmática el tratdo 21, por encontrarse en él todas las. unidades de exposición. Este tratado lleva por título: «habla del sosiego del ánima, diciendo: «íntimamente assosiega y calla tu entendimie.nto». La glosa de este dístico abarca siete capítulos. El primero, exordio introduc– torio en el tema, señala el propósito significativo del dístico, buscar la quietud de la conciencia y acallar el entendimiento. Los capítulos segundo y tercero señalan cómo se consigue tal propósito. Esto miemo repite el capítulo cuarto, pero desde una nueva versión, la de las maneras de callar que tiene el recogimiento. El capítulo quinto y sexto redondean la temática, hablando de los inconvenientes que los indevotos hallan en este ejercicio y de los frutos que alcan– zan los que a él se dedican correctamente. El tratado termina con una suerte de apéndice completivo en el que famosos doctores alaban el recogimiento. En cada capítulo, aparecen las unidades de exposición confi– gurando un «empedrado» estructurado funcionalmente, en el que cada elemento material depende del otro justificativamente, para ser, en última instancia, corroborado por la experiencia. Nuestra tarea, ahora, es analizar este «empedrado», para hacer patente las unidades de exposición que lo configuran. Tenemos, en primer lugar, las unidades de exposición, corres– pondientes a la doctrina o ideario místico osunista. Fundamental– mente son tres, aunque de ellas se haga una doble versión. Cada una pone en evidencia una manera de callar en el recogimiento. Utili– zando las mismas expresiones de Francisco de Osuna, aunque abre– viándolas en su expresión, no en su contenido, estas unidades de exposición programática serían: 1ª Unidad: «Cuando el ánima calla a todas las cosas criadas» (p. 592). 2ª Unidad: «El ánima, quietísima en sí misma, tiene una ma– . nera de ocio espiritual» (p. 592). 43

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