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Por otra parte, la doctrina o ideario místico osunista consta de dos tipos de unidades expositivas. El primero está configurado por la cita explícita del Pseudo-Dionisia, a la que ya con anterioridad se ha hecho alusión como hilo rector y clave hermenéutica del Tercer Abecedario. Vale la pena recordarla, para seguir con mayor claridad la línea de nuestro análisis: «Deja con fuerte lucha los sentidos y las intelectivas operaciones y todas las -cosas sensibles e inteligibles, y todas las cosas que permanecen y no permanecen; y así como fuere posible, levántate, no sabietndo, a la unión de Aquél que es sobre todo conocimiento y sustancia» 57 • El segundo, lo forman los dife– rentes pasajes en los que Osuna describe la puesta en práctica de su ideario místico, especialmente los que se refieren al método pseudo-dionisíaco de negación y eminencia y los que describen las experiencias que con tal método se alcanzan en la oración de reco– gimiento. Conviene subrayar que estas últimas unidades., indepen– dientemente de la originalidad de su procedencia, son las que de manera más específica y propia revelan la impronta y el talento del místico andaluz. Las unidades expositivas que componen el bloque de «autori– dades» se ubican todas dentro de rangos y jerarquías diversas. Te– nemos, así, que las de mayor dignidad competen a las tomadas de la Sagrada Escritura, en cuanto ésta es considerada palabra de Dios. Vienen, después, las extraídas de los Santos Padres o de autores espirituales de reconocido prestigio y, por último, las que se ponen en boca de personas que conocen por experiencia los frutos de la oración de recogimiento. Fidele de Ros. dedica, en su ya citada obra, toda la segunda parte del capítulo octavo a la investigación diacró– nica de las fuentes del Tercer Abecedario, descartando aquéllas que proceden de la Sagrada Escritura o de los. escritos de los Santos Padres. Sería enojoso, según él, un estudio de tal índole, dada la copiosidad con que hacen acto de presencia en la obra osunista. En dicha investigación diacrónica, Fidele de Ros señala que nuestro místico es, ante todo, un discípulo de las grandes corrientes espiri– tuales del medioevo. Estas quedan plasmadas, respecto al influjo que ejercen en el Tercer Abecedario, especialmente en San Bernardo, Gerson y Ricardo de San Víctor. Otros influjos «de menos impor– tancia» son atribuidos a autores como San Buenaventura, Arnaud de Bonneval, Boecio, Plinio, Dionisio Areopagita y algunos más. Lástima que el estudioso capuchino francés no haya extendido su diacronía hasta las fuentes originales anteriores al medioevo, dentro de cuya perspectiva han de considerarse éstas y que son eminente- 57 TAE 603 y Mystica Theologia, col. 597. 40
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