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ticas, .La alusión a -Gerson, hecha por Osuna, comparando la rosa de Jos -vientos a las cuatro .pasiones del alma no es, a este respecto, más que una anécdota. El místico franciscano andaluz, en efecto, da muestras en -este tema de conocimientos más amplios. Así, nos habla de haber leído muchos peligros marinos que pueden ser con– trario1;1 a la nao del recogimiento en dos libros 54 • Nave, nao, navío s~m los tres términos que utiliza principalmente para designar la embarcación. El empleo de estos tres términos y la no utilización de otros, como galeón, carabela o goleta, probablemente se debe a su aptitud para surcar aguas dulces (ríos) o salobres, dada su amplitud y extensión significativa, pues el término «nave» o «nao» abarca diferente tipo de embarcaciones, como diferentes son tam– bién los tipos de ejercicio de recogimiento. A la cultura vulgar que puede cualquier persona tener de un barco de la época, velas, timón, mástil, brújula, Osuna añade observaciones muy concretas que dan impresión de haberlas obtenido directamente de su contacto con gente de la mar. Así, nos dice que el marinero avisado suele llevar una cuerda larga, al fin de la cual atan algún plomo para ver cuánta agua hay en aquél lugar, «porque no tope la nao por bajo y padezca detrimento». Igualmente, señala que el piloto «lleva el agua cerca del timón que debe ser regido mirando al norte» conforme a la aguja de marear. Y, al término más conocido de timón, añade el más técnico de «gobernalle». El mástil y sus velas hay que saber colocarlas según los vientos «prósperos» o al pairo. Sin duda, es de recuerdo personal el detalle evocador de las velas de la nao en que de joven acompañó a su señor en la conquista de Trípoli: «eran velas de Holanda», blancas y limpias. Osuna es, además, un admirador del paisaje y de la natura– leza de los que toma muchas de sus realidades, para configurar imágenes y comparaciones, aptas para ser utilizadas en la descrip– ción de la oración mental o de recogimiento. Es este otro ámbito de gran riqueza léxica. En torno al agua, al fuego, al sol, símbolos eminentemente franciscanos, se crea todo un mundo de asociaciones semánticas. G. Etchegoyen ha realizado, a este respecto, una inves– tigación muy valiosa en orden a una profundización del vocabulario osunista en el tema 55 • Dentro de este ámbito de la naturaleza y el paisaje, el punto último de la segunda parte de este estudio va a hacer relación de su fauna y flora y de su utilización én el discurso místico. 54 TAE 218. 55 Op. oi<t., 215, 216, 217 y el mismo pasaje 218. Ver, respecto aJ agua, fuego y sol, a G. Etchegoyen, L'amour divin. Essai, sur les sources de Sainte Thérese CBocdeaux-Pairis 1923) 225-49. 38

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