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Si el amor humano está cargado de afectos y sentimientos con– tradictorios, mucho más lo está el amor en la experiencia mística. En éste al gozo espiritual y a la alegría se contraponen la tristeza y las lágrimas. Por muchas vías y de variados modos lloran los que se ejercitan en la oración de recogimiento. Los que son buenos prin– cipiantes lo hacen por no «poderse recoger enteramente en la sole– dad con Dios», según desean. Con sus lágrimas intentan importunar al Señor, para que les conceda tal gracia. Los aprovechados, en cambio, derraman lágrimas, pero de alegría, sin gemidos ni sollozos. Sus lágrimas son resultado del gozo interior que les invade al sen– tirse en la presencia de Dios, participando de su amor. Se trata, aquí, de un don del Espíritu Santo que se infunde en el alma. En los perfectos, las lágrimas anteriores cobran un grado más intenso y el corazón del hombre recogido parece derretirse en el fuego del amor divino as. Osuna habla también de la tristeza y de sus causas en relación con la experiencia mística. La tristeza primera que padece el hom– bre recogido es la de haber ofendido a Dios. Equivale a una amo– rosa contrición de la conciencia y no es tan propia de la oración de recogimiento como son las dos tristezas siguientes que el Tercer Abecedario Espiritual describe con maestría. Una adviene al alma, cuando ésta pierde le devoción y el gusto espiritual de Dios que le fueron concedidos disfrutar con anterioridad. La invade, entonces, un gran descontento de sí misma, un ansia y fatiga grande que no la dejan reposar ni permiten mostrar un semblante claro. El Señor está presente en ella, pero se le esconde. Es una tristeza la que este ocultamiento de Dios produce «penosa y harto desabrida» 36 • Existe también otra tristeza espiritual, más propia de la oración de recogimiento, de la que pocos autores hablan, en opinión del mís– tico andaluz. El afirma, al menos, no haber logrado leer sobre ella cosa alguna. Esta tristeza es «quieta, sin pena alguna, y trae con– sigo una manera de desmayo y soledad». Y, sin embargo, a la vez, 35 «Los que son buenos principiantes Horan por recogerse enteramente con Aquel que tanto se da má.s copioso cuanto má.s a sol85». «Hay aJgunos que se pueden decir aprovechantes o que tienen el segundo grado, los cuaJes en recogiendo el corazó;n no cesa de derramar lágrimas sin tener ellos in– ,tento a :llorar, sino solamente a se r<ecoger. Son lágrimas sin gemido ni soHozo,.. «Los perf eotos tienen otras má.s ;pe:rfect85 lágrimas, que se causan del gozo que reciben viéndose amados de Dios, y que les da en abundancia su gracia». «Después de las lágrimas :infunde el Señor gozo. Y llámase este gozo infuso, porque es de 63'.'riba, de donde se esperaba el favor». «Las lá– grimas preciosas de· los a.provechados son causadas por la gracia del Espíritu Santo recibido en el corazón». TAE, 338, 342, 339 y 340, respectivamente. 36 TAE, 429, 430 y 433. 28
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