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Llegados a este punto, se impone una observación. El místico andaluz manda callar el entendimiento, pero no la inteligencia pura. Siguiendo a los victorinos, en esta ocasión cita a Ricardo, Osuna llama inteligencia pura al entendimiento, cuando éste se encuentra «afijado en una suma verdad s.in mezcla alguna de imaginación». Entonces el alma alcanza un conocimiento que consiste en uma no– ticia experimental de lo que en ella está presente. Y como lo que está presente, en dichas condiciones, es Dios, resulta que el hombre se une a El, consciente, pero de modo inefable y no demostrable por razonamiento alguno. Una vez más, la doctrina espiritual de la Teo– logía Mística pseudo-dionisíaca se vuelve a hacer patente. No debe extrañar, por ello, que si el objeto de contemplación para la inteli– gencia pura es la esencia de Dios en su desnudo ser, la representación de la figura humana de Jesús se convierte en un obstáculo. Cristo entrará en esta contemplación en tanto en cuanto divinidad. En efecto, según Osuna, mientras que el cuerpo y la dimensión sensible del hombre recogido permanecen con la humanidad de Cristo, el alma hace otro tanto con la divinidad mediante su contemplación por la inteligencia pura. Fue, precisamente aquí, donde Santa Teresa de Avila encontró dificultades para aceptar las enseñanzas del mís– tico andaluz, que posteriormente se agrandaron con la lectura de Subida al Monte Bion de Bernardino de Laredo. La experiencia con– templativa teresiana es de índole trinitaria, mientras que la de Francisco de Osuna y Bernardino de Laredo es eminentemente teo– céntrica y tiene como objeto la esencia divina, el Dios Oculto e Inefable areopagita 2 1. - Volwntad y amor en la oración de recogimiento. Los hitos principales del camino místico, recorrido hasta ahora, señalan los dos primeros repechos alcanzados de la empinada subida al monte de Dios. En el primero, quedó atrás la dimensión catafática de las manifestaciones divinas y del conocimiento humano. En el segundo, mediante la negación de la dimensión catafática el hombre consigue una aprehensión más exacta de lo que es la naturaleza divina. Falta todavía penetrar en ésta, que es la cima del monte místico, y gustar a qué sabe Dios. Para ello, el sendero más breve y más seguro es el del amor. Al cesar el entendimiento de especular, sale con gran poder la voluntad produciendo amor 28 • Es el amor el que coloca al alma irascible y el de consupdscencia. Del modo de acail:lar que debe seguir el 0111.ten– dimiento, TAE, 589, 594 y 598, pero muy espedaJlmente en 585 y 597. 27 V. Muñiz Rodriguez, 'El mdsterio trinitario y DioniSlio Areopagdta y su influencia en la místioa española del siglo de oro', en Estudios Trinitarios XVI (1982) 175-216, de modo pairtioular 206-14. 28 TAE, 597. Otros pasajes en 585, 589 y 598. 24

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