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zan y de los aprovechados, en los que se da una mejor comprensión y eficacia de este ejercicio. Se ·trata de una reflexión -del hombre sobre sí mismo y que equivale a la interiorización en el corazón de las potencias del alma, memoria, entendimiento y voluntad. Se carac– teriza por un adormecimiento espiritual, un gran silencio y una paz extraordinaria que produce el gusto de Dios. Tal situación no es de «puro quietismo», ya que aviva y actualiza la esperanza de recibir la gracia divina, poniendo el corazón fijo en Dios, «con intento sólo a El» 23 • En los varones perfectamente recogidos, este «tornar sobre sí» se realiza a través de una redoblada operación del ánima. Una suerte de reflexión sobre la propia reflexión, anteriormenee descrita. Comporta una atención y aviso especial sobre el mero recogimiento «como quien para mientes en lo que hace». Al silencio, a la paz y al adormecimiento espiritual se añade ahora la conciencia de los mis– mos. Se trata, pues, de «un tornar sobre si, desde sí mismos». En ocasiones, esta redoblada operación reflexiva se verifica con tanta atención que llega a producir intenso dolor de cabeza con el que sobreviene, entonces, una humedad a los ojos 24 • Dentro de este contexto ¿mediante qué operaciones de las po– tencias se une el hombre recogido a Dios, penetra en la tiniebla di– vin~ y gusta de su luz? - La memoria en el recogimiento. En la oración de recogi– miento, la memoria opera de dos formas. Una atiende al recuerdo de los beneficios divinos recibidos en la vida y de los que continúa concediéndonos en su providencia. La contemplación de la naturaleza, de las criaturas que componen el macrocosmos, ayuda a levantar en todo momento el corazón a Dios. Otra, más acorde con la oración de recogimiento, es una memoria de Dios en la que Este es repre– sentado en su desnudo ser, mediante una operación sencilla que «se compadece con el recogimiento». Tal operación no es de carácter sensitivo, sino int.electivo y va acompañada de suspiros y de ardien– tes deseos. Los suspiros son como mensajeros con los que se llama a Dios. Y los ardientes deseos anticipan la decisión firme de la v-oltihtad. de poseer a Dios en el cielo. Estás dos actividades de la memo:ri,a pueden ser ejercitadas por gracia infusa o por industria o esfuerzo humano 25 • 23 TAE, 526 y 524. 24 Op. ciit., 526. 25 Op. cit., 361-62 o «Esta memoria se ha de juntar con suspiros. EJ sus– piro es como :el me;nsa.jero oon el que mandamos llamar a Dios. Otra. man.ere. de llamar a Dios ,es con el deseo de poseerlo en el cielo», 3'70-73. 22

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