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o mafiéras de recogimiento. Las cuatro primeras son de índole más bien preparatorio y afectan a la unidad interior del hombre que sólo comienza a ser verdadera, cuando entre los varones recogidos hay concordia, abandono de «los negocios distractivos», retraimiento a la soledad y lugares lejanos del bullicio de las gentes y, por último, mortificación de la sensualidad sometiéndola al imperio de la razón. Una vez conseguido esto, se imponen ejercicios que verifiquen una doble reducción: la corporal y la espiritual. En la primera, se atiende a los sentidos y al cuerpo. Los ojos que son las puertas por donde suele escapar el recogimiento merecen, entre los sentidos, un cuidado especial. Y respecto al cuerpo, se da una suerte de yoga; mediante la cual el que antes es disoluto, es decir, suelto en sus miembros, «prestos los pies para andar, las manos para esgrimir muy sueltas, la cabeza sin reposo y todo el cuerpo de tan recio movimiento que no sosiega», consigue un recogimiento y quietud que es «alabanza de Dios». Esta reducción sensorial y corporal lleva como de la mano a ejercicios más interiores, que afectan ya a la psicología, en los que las potencias del alma se reducen de nuevo a la parte más alta de ésta -la sindéresis-, en donde definitivamente se realiza la unión con Dios.. La divina claridad, entonces, se infunde en el alma «como en vidriera o piedra cristalina». El hombre se va llenando de Dios y la imagen de éste que se encuentra en él va, poco a poco, cobrando la vida misma divina. Se obtiene, así, «el perfectísimo recogimiento que junta y recoge a Dios con el ánima y al ánima con Dios» 20 • Todos estos ejercicios o maneras de recogimiento configuran «los sentidos» del «recogimiento», en su significado fundamental como analogado primero. Por otra parte, se debe también señalar que Osuna habla también de otro tipo de ejercicios que acercan al hombre a Dios y que no guardan relación objetiva con el recogi– miento propiamente dicho. Son los que tienen que realizar aquellos. que se unen a Dios por la vida activa apostólica, llena de fatigas y trabajos, que propone a San Pablo por modelo. O también aquellos que deben llevar a cabo los que se dedican a la meditación de la vanidad de las cosas temporales, como lo hizo Salomón o, por último, los que tienen que ejercitar quienes se colocan al servicio de los pobres por las obras de misericordia y que Osuna conecta con la figura evangélica de Marta. El Tercer Abecedario sólo esporádica– mente les presta atención 21 • Denominador común de todos los ejercicios de recogimiento 20 TAE, 246-47. 21 Op. cit., 233. 20
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