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el alma se prepara para recibirla, ya que Dios está siempre dispuesto a concederla a todos los que trabajan adecuadamente por conseguirla. Resultaría, entonces, que la gracia infusa sería como una suerte de coronamiento de este arte de amar. La oración de recogimiento, en cuanto ejercicio, es «el ejercicio por antonomasia», nuestro analo– gado primero, al cual hacen referencia los variados y diversos «ejer– cicios» que a él co11ducen y que configuraría sus sentidos, según la terminología metodológica propuesta. La oración de recogimiento tiene diferentes grados o medidas de realización, que pueden ser considerados en forma de círculos concéntricos. Caminando desde el grado más exterior al más pro– fundo, Osuna enumera cinco, indicando sus rasgos más. peculiares. El más superficial es aquél en el que se mortifica el pensamiento, no permitiéndole derramarse en preocupaciones o negocios terrenos. Se caracteriza por una «suerte de adormecimiento reposado y silen– cio quieto del alma, que encuentra en esto un placimiento», aunque no tiene gusto ni sentimiento alguno. Más interior, el segundo grado exige una concentración de mayor intensidad, ya que aquí el enten– dimiento realiza su actividad en farma de inteligencia 'f)'Ura y el hombre parece «reveerse en su estar recogido». Los aprovechados suelen en esto sentir grandes cosas. Con el tercer grado se llega al olvido de 'U,no mismo hasta el punto de que cuando «se torna el alma sobre sí» no puede recordar qué es lo que ha hecho o en qué cosas ha entendido. Para los aprovechados, tal estado anímico suele convertirse ein hábito. Un grado de recogimiento mayor, que toca ya lo más interior del hombre, es el cuarto. Se da en él, un desasimiento de los sentidos y el alma está dentro del cuerpo, como en una caja muy cerrada. Parece como si el hombre careciera de sentidos, ya que éstos dejan de realizar las actividades que les son propias. Sólo resta, en el hombre perfectamente recogido -quinto grado-, que cese también el entendimiento en sus operaciones, como si el anima no fitese intelectual. En este trance, la tiniebla divina eleva al hom– bre a su luz cegadora y comienza éste a saber a qué sabe Dios, sin. entender el cómo, ya que se ubica en la misma región ontológica divina que se encuentra más allá de todo conocimiento y ciencia 19 • El ideario doctrinal pseudo-dionisíaco ha verificado asi la praxis. perfecta. Por otra parte, la oración de recogimiento, en sus diversos grados, comporta, a su vez, toda una gama de ejercicios o maneras de llevarla a cabo. En el c. 4 del tr. 6, Osuna propone diez ejercicios 19 Para los cuatro primeros grados d'A nmción. TAE, 605 y el sexto en 606. 19

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