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422 ENRIQUE RIVERA DE VENTOSA, O. F. M. CAP. sólo obtendrá su destino cuando en sí mismo llegue a crearse un eco, una posibilidad, cuando conciba su tradición de modo creador. Todo esto trae aparejado el hecho de que esta nación se ponga a sí misma, y al mismo tiempo ubique a la historia de Occidente, en el dominio originario de las potencias del ser. Justamente, si la gran decisión de Europa no debe caer sobre el camino de la aniquilación, sólo podrá centrarse en el despliegue de nuevas fuerzas histórico-espirituales, nacidas en su centro" 2 • El autorizado comentador de Heidegger, A. Waelhens, se pregunta si en este pasaje el filósofo alemán quiso reforzar ideológicamente el milita– rismo nacionalista de su pueblo o más bien rectificar y trasladar al plano del espíritu lo que se intentaba realizar con el poder y la violencia 3 • No tenemos por qué solventar este pleito metafísico-político. Pero sí anotar la división que Heidegger nos ha dado de los diversos modos de pensar en el mundo de hoy: el pensar de Estados Unidos, el pensar de la URSS y el pensar del Centro de Europa. Que el filósofo alemán bajo estos nombres geográfico-políticos apunta a algo muy serio para el pensamiento de nuestro tiempo, basta a probarlo el que un historiador acreditado, J. Ferrater Mora, acepte este mismo esquema cuando en 1959 escribe su obra: La filosofía en el mundo de hoy. A este pensador le son muy conocidas hasta las pequeñas palpitaciones del espíritu de nuestros días. Pues bien; en esta obra señala tres ingenios como señeros y rectores: "los rusos", "los europeos", "los angloamerica– nos". Y en torno a estos tres ingenios describe las principales direcciones del pensamiento actual 4 • Aceptamos el esquema de estos dos pensadores como guía en nuestro análisis sobre la posibilidad de que San Buenaventura nos de luz en nues– tros inquietantes problemas. ¿ Tiene, en efecto, algo que decirnos para romper la tenaza de que nos habla Heidegger? Y en relación a este pen– sador ¿puede entrar con él en diálogo para mutuamente aclararse y enri– quecerse? Desearíamos adentrarnos primeramente en nuestra reflexión por este posible diálogo con la filosofía de Heidegger. Pero antes de iniciarlo, cree- 2 Einfülmmg in die Metaphysik, Tübingen, Niemeyer, 1953. En trad. españ. de E. ESTIU, Buenos Aires, Edit. Nova, 1956, pp. 73-74. 3 Cf. Heidegger et le probleme ele la métaphysique, en Reu. phi/. ele Louuain, 52 (1954) 119.-Una crítica más dura de esta actitud de Heidegger en I. MANCINI, Filosofi esistenzialisti, Urbino, Argalia ed., 1964. 4 La filosofía en el mundo ele hoy, Madrid, Rev. de Occidente, 1959.
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