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SAN BUENAVENTURA Y EL H0.\1BRE ACTUAL 443 llamado Doctor Seráfico, este es un título de conquista. Es porque nadie se ha llegado a él, sin 'haber bebido y haberse vigorizado con aquel caudal de espíritu seráfico que llega hasta nuestros días. Sería sumamente interesante mostrar ahora cómo San Buenaventura puede venir a ser ese suplemento de alma para los diversos tecnicismos de nuestra hora. Hemos aludido al má.s sensible, al de la calle, al que entra por los ojos. Pero hoy los tecnicismos se cuelan por doquier. Se ve amenazada la teología por tecnicismos de escuela, la filosofía por especu– laciones abstractas y formalismos lógicos, la moral por naderías casuísticas y el derecho por la mera legalidad, la sociología por ficheros y estadísticas, la psicología por innumerables tests de exploración, la pedagogía por in– contables técnicas didácticas y evaluadoras, etc... Ante tanto tecnicismo es obvio que las conciencias más despiertas anhelen más espíritu, pidan "más alma". Pues bien; quizá la más excelsa misión de San Buenaventura en este momento actual consista en dar a estos tecnicismos, con gran peligro de ser asfixiantes, un sustancioso suplemento de alma. Terminamos estas reflexiones con una evocación laica que podemos traducir en un mensaje de San Buenaventura. Son los versos de A. Macha– do a su maestro Francisco Giner de los Ríos. Nuestro maestro declaramos serlo San Buenaventura. Dice así Machado y me apropio sus versos para concluir: Como se fue el maestro, la luz de esta mañana me dijo: Van tres días que mi hermano Francisco no trabaja. ¿Murió? ... Sólo sabemos que se nos fue por una senda clara, diciéndonos: Hacedme un duelo de dolores y esperanzas. Sed buenos y no más, sed lo que he sido entre vosotros: ALMA. ENRIQUE RIVERA DE VENTOSA, O, F. M. Cap.

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