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2 Francisco y en la tradición franciscana primitiva. En el presente número de CUADER– NOS FRANCISCANOS ofrecemos algunas perspectivas renovadoras en esa línea. Porque Francisco ha sido como pocos santos el hombre de la cruz, su testimo– nio y su ejemplaridad como "conocedor" del Crucificado, nos motivan hoy para en– contrar el verdadero camino para llegar a asumir nuestras propias fragilidades y en– fermedad, nuestras contradicciones y desconciertos, tanto personales como institucio– nales (iy pueden ser tantos!), y transformarlos en fuente de alegría y paz, de optimis– mo y esperanza (con frecuencia será ésta la única luz en medio de la oscuridad de la noche), sino, como lo hizo Francisco desde el comienzo mismo de su conversión el sufrimiento de los crucificados de este mundo, que, por momentos, y éste es uno de ellos en algunas regiones de la tierra, alcanzan una completa irracionalidad y po– nen a prueba la fe y la esperanza más firmes y fundadas. ¿No estaremos llamados nosotros, los franciscanos, hoy más que nunca, a trans– mitir el mensaje de la verdadera y "perfecta alegría" de una manera nada precisa– mente lírica y romántica? ¿Hemos hecho de verdad nuestro este mensaje que brota como de la fuente más límpida de la profunda sabiduría de la cruz de Francisco de Asís? Camilo E. Luquin
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