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¿Cuáles pueden considerarse tus características como escultor? Me siento particularmente expresionista, que es un estilo de pasión, y de decir las cosas más rápida y directamente. Busco las expresividades de las figu– ras, que entienda el espectador aquello que yo tam– bién estoy sintiendo; desproporciono en este inten– to de comunicación. Trabajo con alguna rapidez pa– ra que no se oculte la espontaneidad. Mi estilo es fi. gurativo, está la figura, está en movimiento. Tampo– co aquí ha de preguntarse por el hombre; quiero al– canzar el sentimiento, que la figura no alcance a dar todo desde su primer encuentro. Voy en ascensiones por la figura y termino empequeñeciendo las alturas, que es cierta tendencia inconsciente de monumenta– lidad. En eso, como en la sensibilidad religiosa del escultor, se trabaja sin aprendizajes, parecidamente a la manera en que trabaja el artista popular. Y, por popular, también me siento encariñado y cercano a ello, que aquí también voy relatando historias. ¿Por qué has elegido la modalidad del relieve? El relieve se presta a poder mejor encajar el per– sonaje dentro de su contorno. Francisco era un ser expresivo, de relaciones, en diálogo con todas las co– sas y los hombres, y ponerle en diálogo era ya am– pliarle así lo m3S exacto es sobre una superficie, que es la manera adecuada para contar plásticamente una historia. La figura en expresión, en gesto, que se entiende desde las motivaciones a las que reacciona– ba. En el relie,e aparece mejor la peculiar manera que tenía Francisco de escenificar su predicación y su mismo vivir. Ciertamente que, hasta tus pequeñas figuras, tien– den a la 1:10numentalidad. La verdadera monumentalidad, esa sensación des– de la obra fís:camente pequeña, creo que es algo confortable p~a el espectador, que siente percibir algo añadido a su propio tamaño. Hasta ha economi– zado espacio, ¡;orque el pequeño aparato transmisor tiene puesta su voz en alto. Digo que pertenece al instinto, la videncia por romper límites. Quizá la impresión del dedo en la arcilla le añada ese sello, la huella debe ter.er alguna dimensión interna y pasio– nal del hombre. Primero el dedo luego la mano, fi. nalmente el brazo, si todo se sucede en la figura, en instintivas secciones áureas, aparecerá la monumen– talidad. Los dedos han apretado la cintura de la figu- Peregrinos y extranjeros van por el mundo los nermanos, ascendiendo desde las ciu– dades de los hombres a la Jerusalén celestial y la Pascua de Dios. 86

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